Todo hombre y toda mujer es un abismo
al fondo de ese abismo encontramos a Dios.
Y todo abismo supone oscuridad
y también supone incertidumbre
supone la caída y supone el vértigo
mientras luz y tinieblas
pasan ante los ojos.
Es que nosotros somos el infierno
tanto como somos el paraíso
es que al principio estuvimos desnudos
y al final acabaremos probando la manzana.
Padre gritamos todos al cierre de la vida
y sentimos las espinas en la sien
y el dolor de los clavos.
No hay otra manera de entendernos.
Manuel Enrique Valls
(1995)
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