sábado, 11 de enero de 2020

BAUTISMO DE JESÚS (1)


Con la celebración este domingo del BAUTISMO DE JESÚS cerramos la primera etapa del año litúrgico, para adentrarnos ahora en la vida pública del Señor, y acompañarle en el llamado "tiempo ordinario", hasta que comienza la Cuaresma, el próximo 26 de febrero (si contamos a partir del Miércoles de Ceniza). 

Tras la llamada "vida oculta" de Jesús, le vemos reaparecer en los márgenes del río Jordán, respondiendo a la llamada de Juan Bautista; Jesús se suma a la fila de los pecadores que han  acudido deseosos de conversión, según lo narra el Evangelio de Marcos.  "Por aquellos días Jesús vino desde Nazaret a Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán" (1,9). Luego afirma que en el momento en que salía del agua vio los cielos abiertos y al Espíritu Santo como una paloma bajando sobre él. "Y se oyó una voz del cielo: Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto" (1,11).  Estamos en presencia de una "epifanía", una revelación o manifestación de Dios, que reconoce a Jesús como Hijo, con la presencia del Espíritu y la voz del cielo. 

 En el Evangelio de Mateo (que leeremos esta vez) el relato es algo más explícito, intenta responder seguramente a la pregunta que muchos entonces se hicieron: si Jesús era el Hijo de Dios, ¿por qué fue a Juan para que lo bautizara, junto a otros pecadores? ¿Necesitaba Jesús ese perdón? Así lo narra: "Entonces Jesús fue de Galilea al Jordán para que Juan lo bautizara. Pero Juan quería impedirlo, diciendo: Soy yo el que necesita ser bautizado por tí, y ¿tú vienes a mí? Jesús le respondió: ¡Déjame ahora, pues conviene que se cumpla así toda justicia! Entonces Juan accedió a ello. Una vez bautizado, Jesús salió del agua; y en esto los cielos se abrieron y vio al Espíritu Santo descender en forma de paloma y posarse sobre él. Y se oyó una voz del cielo: este es mi Hijo amado, mi predilecto" (3, 13-17). Así queda explicada la situación por el autor de este Evangelio. 

Pero acudamos al Evangelio de Lucas, que dedica mucho más espacio a narrar lo que precedió al momento del Bautismo; es en el capítulo 3, donde narra lo siguiente: " Después de bautizar Juan al pueblo y a Jesús, aconteció que mientras Jesús estaba orando, se abrió el cielo, descendió el Espíritu Santo sobre Él en forma corporal, como una paloma, y se oyó una voz del cielo: Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto" (21-22). Juan en su prédica, ya antes de este episodio, había explicado que él no era el mesías y que otro vendría después de él para bautizar, no con agua, sino con Espíritu Santo y con fuego. Notemos que en este caso se desvincula la manifestación del momento mismo del bautismo; ya Jesús fue bautizado y está orando, y luego las palabras del Padre se dirigen al propio Jesús: no dice "este es", sino "tú eres", como en Marcos.

Finalmente, acudamos al Evangelio de Juan: tras el hermoso y profundo prólogo, entra de inmediato en el testimonio del Bautista acerca de Jesús, reiterando que Juan no es el mesías, solo aquel que le prepara el camino, y repite la idea de que el bautismo de Jesús será diferente. Y curiosamente este Evangelio no narra el bautismo de Jesús: "Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este es de quien yo dije..." Y luego: "Juan atestiguó: He visto al Espíritu  descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él. Yo n o lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Sobre el que veas descender y posarse el Espíritu, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo. Yo lo he visto y doy testimonio de que este es el Hijo de Dios" (1, 29-34).

Como podemos apreciar, en los cuatro relatos hay algunos elementos comunes y otros que difieren, pero en ese orden permiten afirmar que la primera Iglesia reflexionó en torno al Bautismo del Señor, a su relación con Juan Bautista, a su no dependencia de este. Parecen haber coincido los discípulos de Jesús y de Juan  en el tiempo, y se hizo necesario clarificar y defender la diferencia y supremacía de Jesús. El el último Evangelio citado, Juan encamina a sus propios discípulos hacia Jesús, y los exégetas afirman que el movimiento generado en torno a Jesús estuvo muy vinculado en los inicios con Juan, su prédica y su entorno. 

 Todas estas ideas pueden ayudarnos a entender mejor el momento bíblico que  celebramos; es interesante conocer cómo la primera comunidad cristiana fue descubriendo al Señor, entendiendo y clarificando su mensaje, para poder anunciar que Él era el Salvador

Fray Manuel de Jesús, ocd

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