sábado, 31 de agosto de 2024

LO PRIMERO ES SIEMPRE JESÚS

"En toda religión hay tradiciones que son humanas. Normas, costumbres, devociones que han nacido para vivir la religiosidad en determinado ambiente o cultura. Pueden hacer mucho bien. Pero hacen mucho daño cuando nos distraen y alejan de lo que Dios espera de nosotros. Nunca han de tener primacía.

Cuando nos aferramos ciegamente a tradiciones humanas, corremos el riesgo de olvidar el mandato del amor y desviarnos del seguimiento de Jesús, Palabra encarnada de Dios. En la religión cristiana, lo primero es siempre Jesús y su llamada al amor. Solo después vienen nuestras tradiciones humanas, por muy importantes que nos puedan parecer. No hemos de olvidar nunca lo esencial".

(José Antonio Pagola, La buena noticia de Jesús, ciclo B)

jueves, 22 de agosto de 2024

SOBRE EL TÍTULO DE REINA A MARÍA

El título de reina es atribuido a María por la tradición cristiana al menos desde comienzos del siglo IV. Junto a otros apelativos reales aplicados a la Virgen, va ganando terreno progresivamente en el uso del pueblo de Dios hasta llegar a ser de dominio común y pacífico en la Iglesia, de modo que, en 1954, Pio XII, declarando expresamente que “no se trata de una nueva verdad propuesta al pueblo cristiano”, instituye la fiesta litúrgica de María Reina y publica en aquella ocasión el principal documento del magisterio sobre la realeza mariana: la encíclica Ad coeli Reginam (11 de octubre de 1954).

Luego del período de la llamada crisis de la piedad mariana, posterior al Vaticano II, se mira con cierta desconfianza la realeza de María y su fiesta respectiva. Observan algunos que el término reina pertenece a una época histórica ya superada y refleja concepciones políticas y culturales ya pasadas, extrañas a la sensibilidad del hombre contemporáneo, incluso capaces de suscitar una reacción negativa. Otros añaden que el fondo teológico de tal título parece favorecer un discurso mariológico y un tipo de piedad mariana que, poniendo el acento en la grandeza de la Virgen, puede terminar por borrar su perfil evangélico

En resumen, se tiene miedo que con la doctrina de la realeza de María se permanezca anclados en la mariología de los privilegios, sin pasar decididamente a la mariología singular dignidad de madre de Dios, contemplándola en la gloria celeste como mujer servicio, radicalizando así la oposición entre la tendencia a exaltar en María su singular dignidad de madre de Dios, contemplándola en la gloria celeste como mujer revestida de luz y cercana al trono del altísimo, y la tendencia a comprender a la Virgen en su vida evangélica, considerando su camino de fe y el esfuerzo de su adhesión al querer de Dios como madre de Jesús y hermana nuestra.


Para HOY, líneas teológicas para explicar la realeza de María:

1. María, Reina en cuando participa de la realeza del pueblo de Dios. María es parte de la iglesia, por lo que reúne en sí de modo eminente los distintos aspectos de la condición regia del pueblo de Dios. María acoge el reino de Dios, domina las fuerzas del mal, María reina coronada de gloria

2. María, Reina en sentido evangélico. Lejos de los modelos históricos, en el reino que anuncia Cristo se trata de servir y amar.

3. María, líder hacia la plenitud salvífica, conductora de esperanza para los hombres necesitados.

(Notas tomadas del Diccionario de Mariología)

martes, 11 de junio de 2024

ORACIÓN: TRADICIÓN SACERDOTAL Y TRADICIÓN PROFÉTICA

El PAPEL DEL SACERDOTE
: El sacerdote participa de la misión profética de Cristo sumo sacerdote. Se define como hombre de oración, adorador de Dios en espíritu y verdad, hombre espiritual que puede proclamar el misterio de la salvación en el culto y en la vida, maestro de oración específicamente cristiana.

Quien haya penetrado en el sentido de la precedente reflexión… (sobre el carácter central de la eucaristía y de los sacramentos), podrá comprender fácilmente el carácter central del papel sacerdotal para que todos los creyentes sepan vivir una oración auténtica, y sepan qué es una oración autentica. Por ello creo que los seminarios deberían tener como misión primordial la de ser una escuela de oración, de forma que los sacerdotes puedan siempre vivir en ella como hermanos y testigos visibles de su misión solidaria de promover el espíritu y la práctica de la oración.

LAS DESVIACIONES DEL SACERDOTALISMO: Ya en el Antiguo Testamento y en la misma historia de la Iglesia, se puede ver con frecuencia una típica desviación: el sacerdotalismo. No se trata, evidentemente, aquí de lo que es nota característica en el sacerdote, que participa del sacerdocio profético de Cristo. Se trata, por el contrario, de aquellos que no son hombres plenamente espirituales, o que, reunidos en grupo, se consideran como clase privilegiada, y tienden a mantener a los laicos en una posición subordinada, como seres inmaduros, provocando así una grave desviación de la oración. 

En estas situaciones es fácil encontrar sacerdotes muy escrupulosos en la observancia de las rubricas más minuciosas (que en el pasado se habían multiplicado de forma impresionante y estaban respaldadas por penas exageradas), o en la pronunciación de ciertas palabras, mientras (que se olvidan de la misión principal la adoración de Dios en espíritu y verdad). Esta desviación tiene como consecuencia el reducir la oración a una recitación, sin contacto con las alegrías, las esperanzas, la angustias y los sufrimientos de los seres humanos. De esta forma viene a faltar una de las notas esenciales, cual es la integración entre fe y vida.

Precisamente en esta decadencia (verdadera desintegración), se manifiesta la fuerza del pecado original, es decir, de la sarx (como llamaba Pablo al egoísmo encarnado y a la tendencia decadente del hombre). Allí donde falta la espontaneidad y la creatividad en la oración, la "carne" toma la delantera. Este sacerdotalismo, tendencia de la propia clase sacerdotal, demasiado preocupada por su propia superioridad, comprueba la verdad de las afirmaciones de Pablo: 

No es que seamos capaces por nosotros mismos de pensar algo como proveniente de nosotros, pues nuestra capacidad viene de Dios, que nos ha capacitado para ser ministros de la Nueva Alianza, no de la letra, sino del Espíritu, pues la letra mata, pero el Espíritu da vida" (2 Cor 3,5 6).


LA TRADICIÓN PROFÉTICA: Contra la degeneración sacerdotalista, Dios en su misericordia envió a los profetas. También había entre ellos sacerdotes, pero no eran mayoría. Cristo es el profeta. Y no pertenece a la clase sacerdotal. La oración profética brilla por la integración de la fe en la vida. Todo su ser se expresa ante Dios en la aceptación: "Aquí estoy, Señor llámame, aquí estoy, envíame".

Modelo de sacerdote y de todos los miembros del pueblo sacerdotal de Dios lo es siempre Cristo profeta, el adorador del Padre en espíritu y verdad. Jesús nos enseña la síntesis entre oración y vigilancia, entre amor de Dios y del prójimo.

Debemos estar reconocidos y agradecidos por la bondad de Dios, que continúa mandando profetas, hombres y mujeres que se distinguen por su espontaneidad y por la creatividad de su oración, por el sentido del presente, por la meditación orante. Allí donde se vive la tradición profética no existe el penoso complejo de inseguridad. La oración profética es el distintivo del pueblo de Dios peregrinante, que camina tras el Señor de la historia. Sobre todo, en tiempo de profundas transformaciones culturales y sociales, debemos recurrir a Cristo como profeta y comprobar nuestra continuidad con la historia profética de la Iglesia.

(Tomado del Diccionario de Espiritualidad, San Pablo; voz: oración, B. Häring)

domingo, 9 de junio de 2024

POR EL AMOR SE COMPRENDE EL PECADO, NO AL REVÉS

 

"Sin reconocimiento y experiencia del amor de Dios no hay posibilidad de atisbar el pecado cristiano o del cristiano. El amor de Dios, enteramente gratuito y son razón, manifestado en el despojo de la cruz, es redentor, liberador. Es un amor que perdona, Por el amor se comprende el pecado, no al revés. La penitencia cristiana no se centra en el pecado sino en el amor, en el perdón. Expresa que la existencia humana no está bajo el fatalismo o la desesperación, sino perdonada y reconciliada con Dios

 Naturalmente, el hecho de que el perdón sea lo primero, no significa que no haya pecado ni culpabilidad. Quiere decir que lo contrario del pecado no es la moralidad sino la fe.  Si el pecado se revela en el perdón, adquiere sentido en relación con la fe, dentro de la reconciliación en Jesucristo. Hay una significación religiosa o cristiana en la falta, distinta de la significación moral. Y, solamente cuando se madura en las exigencias de la fe, se comprende desde el perdón de Jesús el pecado del hombre. La moral no es la fe, ni la religión es una moral que sacraliza la fe

 Por supuesto que la moral es necesaria y es un patrimonio del hombre. Para el cristiano, la moral debe situarse dentro de la fe; es decir: la obediencia a la ley justa es necesaria para todo el mundo, pero la obediencia cristiana es obediencia a la fe

 El pecado no es, por tanto, transgresión de una ley sino intento de ser el hombre dueño y señor de la vida de sus semejantes, al considerarse amo absoluto. De ahí que el pecado sólo puede ser reconocido "delante de Dios", por medio de la fe. Arrepentirse no es tener remordimientos, sino aceptar las exigencias del Reino de Dios y de las promesas".

Misal de la comunidad (I): decimo domingo

viernes, 7 de junio de 2024

NOTAS SOBRE ESPIRITUALIDAD

 ESPIRITUALIDAD CONTEMPORÁNEA: Despertar espiritual de nuestro tiempo, tras una etapa crítica.

Signos actuales: Recurso al ocultismo (Horóscopo, magia), interés por la meditación oriental (yoga, zen), movimientos religiosos comunitarios (fuera y dentro de la Iglesia católica), sensibilidad ante la dimensión trascendente de la experiencia.

Importante vínculo entre cultura y evangelio, que se ha rota, y se procura reconstruir. Las mediaciones culturales son necesarias a la espiritualidad. Escucha atenta de los signos del Espíritu, diseminados en la cultura.  La espiritualidad cristiana por su carácter histórico, debe responder a las necesidades de la época y expresarse con las categorías al uso. La inculturación de la espiritualidad tiene lugar mediante un trabajo erizado de dificultades. Es misión de la espiritualidad cristiana no solamente impugnar los absolutos terrenos, sino también vivificar la cultura desde dentro mediante el testimonio de la presencia del Espíritu.

Líneas distintivas de la espiritualidad contemporánea:

a- Espiritualidad como opción fundamental y horizonte significativo de la existencia.

b- Espiritualidad como experiencia de Dios (cosmológica, antropológica e histórico-salvífica).

c-  Espiritualidad como compromiso en el mundo (Vs fuga mundi). Vida espiritual no es lo mismo que vida religiosa.

d- Espiritualidad liberadora (conversión hacia el prójimo oprimido; celebración histórica del misterio pascual; gratitud, alegría y esperanza)

e-  Espiritualidad comunitaria.

Para la pervivencia futura de la espiritualidad: desaparición de las espiritualidades evasivas y dualistas; persistencia de las dimensiones personalista, experiencial, histórica, liberadora y comunitaria de la espiritualidad; elaboración de una espiritualidad unitaria y creativa (síntesis orgánica y unidad dialéctica entre las tensiones espirituales de la vida cristiana, como contemplación y compromiso político, piedad trascendente y solidaria (unidad del amor a Dios y al prójimo); recuperar los valores de la espiritualidad popular; escrutar la Sagrada Escritura y la experiencia cristiana a lo largo de la historia, captando su mensaje espiritual; recuperar para la espiritualidad cristiana amplias zonas humanas donde se comunica creativamente el Espíritu (arte).

(Notas tomadas del Nuevo Diccionario de Espiritualidad)

jueves, 6 de junio de 2024

CORAZÓN DE PASTOR

"El capítulo 15 del evangelio de Lucas recoge tres parábolas preciosas, llamadas habitualmente “de la misericordia”, aunque quizás sea más exacto decir que su objetivo es mostrar a Dios como gratuidad ilimitada y, por esto también, misericordiosa o compasiva. 

La imagen del pastor que lleva a la oveja sobre sus hombros fue muy utilizada en el mundo antiguo para hablar de dioses, como Hermes y Apolo. En la tradición bíblica remite a los profetas, que usaron esta metáfora para hablar del amor de Yhwh, tal como hiciera Ezequiel: “Como un pastor pastorea a su rebaño, recoge en brazos a los corderos, en el seno los lleva y trata con cuidado a las recién paridas” (Ez 40,11). 

Al leer estas tres parábolas a las que hacía referencia, me parece importante tener en cuenta que todas ellas surgen en un contexto de polémica y enfrentamiento de los fariseos y doctores de la ley (los “teólogos oficiales”) con Jesús, a quien acusan de “andar con pecadores y comer con ellos” (Lc 15,2). Eso hace que las parábolas tengan un tono provocativo y de denuncia de comportamientos religiosos basados en la ley – como queda reflejado en la imagen del hijo mayor de la tercera de ellas–. 

Del mismo modo, me parece necesario tener en cuenta que el objetivo primero de las tres es revelar el rostro de Dios, representado en el pastor, el ama de casa y el padre de los dos hijos. Dios –parece insistir Jesús– es siempre Amor gratuito. 

Cuando eso se olvida, se tiende a leer nuestra parábola desde el punto de vista de la “oveja perdida”, y se convierte en un alegato moralizador sobre la necesidad de “no perderse”. El texto, sin embargo, no dice nada de ello: no dice que el pastor se enoje, ni que castigue a la oveja “perdida”, ni siquiera que refuerce después las medidas de seguridad para que no vuelva a escapar. 

En resumen, Dios –el Fondo de la Vida–, precisamente por ser Amor gratuito, es Libertad y fuente de liberación. No busca ni pretende –como hace con frecuencia la autoridad de todo tipo– personas sumisas y atemorizadas, sino hombres y mujeres libres que se atreven a tomar decisiones, incluso alejándose del redil, para descubrir la verdad de quienes son".

Enrique Martínez Lozano

Otra forma de leer el Evangelio

domingo, 2 de junio de 2024

EL HOMBRE ES MÁS QUE EL SÁBADO (Domingo IX-B)


"Un sábado atravesaba el Señor un sembrado, y mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos les dijeron: “Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?”. Él les respondió: “¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que solo pueden comer los sacerdotes, y los dio también a sus compañeros”. Y añadió: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del Hombre es señor también del sábado” (Mc 2, 23-289. 

La polémica acerca del sábado ocupa un lugar destacado en los relatos evangélicos. No en vano, para no pocos rabinos, constituía una de las normas más importantes y sagradas del judaísmo. La transgresión del precepto sabático podía ser castigada con la excomunión o incluso con la pena de muerte. 

Con este trasfondo, Marcos nos muestra a los discípulos haciendo algo prohibido en sábado. No sabemos si se trata de una narración simbólica –a eso nos inclinaría a pensar el hecho, insólito, de la presencia de los fariseos en medio del campo– o de un dato histórico. En cualquier caso, parece advertirse el interés del autor por mostrar ya a los discípulos participando de la misma libertad de su Maestro. 

El diálogo que sigue a continuación refleja lo que era una típica discusión rabínica, en la que a una pregunta se contestaba con otra, que hiciera referencia a algún dato de las Escrituras. Y culmina con un dicho radical, que sintetiza admirablemente la novedad del mensaje de Jesús frente a cualquier pretensión nacida de la religión. Al afirmar la supremacía de la persona sobre el sábado, se está diciendo que no existe nada por encima de ella y que todo está a su servicio. 

La radicalidad de la sentencia se pone de manifiesto cuando constatamos que tanto Mateo (12,1-8) como Lucas (6,1-5), en los correspondientes pasajes paralelos, la censuran. Es decir, copiando a Marcos en el relato de este episodio, al llegar a esa afirmación –“el sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado”–, la omiten. Sin duda, porque a su juicio, iba demasiado lejos. Es significativo que, desde tan temprano, se empezara a encubrir la novedad del Maestro de Nazaret. 

Con el tiempo, a lo largo de la historia, en la Iglesia se olvidará con frecuencia esa novedad y surgirán normas que se colocarán, una y otra vez, por encima del bien de las 174 personas. Sin embargo, siempre brillará nítida la sentencia sabia de Jesús: el ser humano no es para ningún “sábado” (póngase aquí lo que se quiera), sino “todo sábado” (institución, norma, religión…) estará al servicio del ser humano

¿Cuál es el criterio que rige, aun sin darme cuenta, mi vida cotidiana?

Enrique Martínez Lozano
Otro modo de leer el evangelio