martes, 6 de diciembre de 2011

AMOR


El amor nunca es excesivo, siempre salva, resucita, bendice, da y hace vida.
EL amor es algo que se aprende con el largo y ancho trabajo de la vida. A veces se termina antes de que ni siquiera sepamos que lo teníamos. A veces lo destruimos antes de valorarlo. A menudo lo damos por sobreentendido. Todo amor, suceda lo que suceda con él a largo plazo, nos enseña más acerca de nosotros mismos, nuestras necesidades, nuestras limitaciones y nuestro egocentrismo que cualquier otra cosa que podamos experimentar. Como decía Aldous Huxley: “No hay ninguna fórmula o método. Aprendes amando”. Pero a veces, si somos afortunados, vivimos lo bastante como para crecer en el amor de tal manera que, gracias a él, logramos reconocer el valor de la vida. Según van pasando los años, llegamos a amar las flores y a los gatos, a los niños pequeños y a las ancianas... y a la única persona en la vida que sabe lo caliente que nos gusta el café. Aprendemos lo bastante acerca del amor como para sentirnos disueltos en el Dios cuyo amor ha hecho posible todo eso. A veces incluso encontramos un amor lo bastante profundo, amable y tierno como para apartarnos de todo lo que nos mantiene cautivos, de cosas que no pueden satisfacernos. A veces vivimos lo bastante como para ver el rostro de Dios en otra persona. Entonces, en ese caso, hemos amado”.
(E.L., noviembre 2011)