Yo soy
yo, y a veces me siento más cercano a un bautista o a un budista que a uno que
se llama a sí mismo católico. Tengo gustos que me hacen parecer de izquierdas,
y opiniones que parecen situarme a la derecha. Puedo ser muy espiritual, y
también muy carnal; muy calmo y centrado, y a la vez muy pasional y ansioso. Me
gusta muchísimo leer y comprar libros, el cine y la música que hace pensar,
pero me gusta caminar entre la gente y sentir respirar la realidad cerca de mi
oreja. Creo que Dios está en todas partes, y por eso no necesito lugares
concretos para rezar, aunque cada día rezo mis oraciones con la comunidad a la
que pertenezco en una pequeña capilla tradicional. Disfruto el lugar donde vivo
actualmente, pero cuando se llena de gente me entran ganas de salir corriendo;
los hermanos con los que vivo son un don de Dios, aunque hay días que me
sentiría mucho mejor estando solo.
Con 50 años en
las costillas y experiencias muy diversas, creo que lo único importante en esta
vida es amar, y tratar de ser feliz, porque esa es justamente la razón
por la que Dios nos llama a la vida y nos pone a trabajar en su proyecto.
Creo que
necesito una comunidad para no perderme en un abismo de soledad y
autodestrucción, por eso, con todos los límites que reconozco en mi
congregación y en mi Iglesia, todavía formo parte de ellas, aunque nunca he
tenido temor en pensarme viviendo de un modo diferente. Lo que vale para mí,
estará conmigo a donde quiera que yo vaya. Creo que, lo mismo que hace 30 o 40
años, sigo teniendo una nostalgia radical de amistad, y si bien muchos amigos
dejaron de serlo, otros siempre aparecen para tender la mano, y ofrecer
consuelo y aliento.
Creo que entre Dios y yo hay un secreto
incomunicable, que está más allá de todo y de todos, y es lo que me hace cada
mañana recibir el nuevo día con una sonrisa. Mi frase
bíblica preferida está en un salmo: "En Ti está la fuente viva y
Tu luz nos hace ver la Luz". Los dos mantras que me acompañan en estos
tiempos son: Dios es más grande, y Todo estará bien.
Creo que
uno comienza a vivir de nuevo muchas veces, aunque nunca tenemos la certeza de
que esta vez sea la última; eso sí, tengo claro que algunos caminos no serán
parte de mi ruta futura. He cometido muchos errores, pero estoy dispuesto a
repetirlos, con tal de vivir, y parecerme cada día un poquito más a lo que
quiero ser.
Siempre hay
quien dedica parte de su precioso tiempo a poner zancadillas a los otros, a
mirar lo que los otros hacen, o a juzgarles. Les aseguro que conmigo, aunque a
veces me duela lo que hacen, pierden su tiempo. Si algo he sido siempre, es
porfiado y cabezón, sobre todo si se trata de defender aquello en lo que creo,
y la libertad que me dio Dios de ser quien soy, aun estando equivocado.
En fin, lo que
quería decirles, que cada persona vive y encuentra a Dios de un modo diferente,
y que amar a Dios en todo y todos es lo único importante, lo que salva.
Manuel Valls
14 de
septiembre de 2013.
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