jueves, 23 de mayo de 2019

PARA AMAR Y SERVIR (Quinto domingo de Pascua).


En un mundo centrado en el TENER, estar disponibles para servir al que lo necesite no es algo que goce de mucho prestigio.  Quién es capaz de ponerse a servir espontánea y gratuitamente a los demás? Los que tienen dinero conquistan con el poder de la riqueza a los más pobres y los ponen a su servicio. Cuanto más poderosa es una persona tiene más servidores, y él, a su vez, sirve menos a los demás. Pareciera que es la dinámica normal, lo inevitable. 

Quien participe de esta mentalidad, no entenderá los criterios evangélicos sobre el servicio a los demás. El servicio es la manifestación de que nos amamos los unos a los otros. El amor es una preocupación mutua, en la que los que se aman están dispuestos a compartir la trabajosa vida de cada uno. Ha de ser un amor que no quede reducido a meras palabras, sino que se ha de manifestar en actos.  Estar pendiente del otro, preocupados, atentos a sus necesidades con una actitud de ayuda, eso es el servicio.

 La comunidad cristiana en el mundo no tiene más sentido que ser servidora de esta humanidad: la misión de la Iglesia es el anuncio de la salvación, impulsada por el amor al mundo.  La Iglesia, por otro lado, como sacramento de la salvación, tiene que realizar en su seno la realidad de la vida humana: el amor y el servicio. La institución de los diáconos, servidores de la comunidad, solo es una muestra de esta tendencia fundamental que la comunidad debe realizar. 

CICLO A

Primera lectura: Hechos 6, 1-7. En aquella primera comunidad cristiana todos eran todavía judíos, pero unos procedían de la emigración y eran más abiertos, mientras que los que pertenecían a familias que nunca abandonaron Palestina eran más conservadores y tradicionalistas. Estos últimos trataban a los primeros como cristianos de segunda clase, provocando situaciones  de tensión, por lo que los apóstoles buscan resolver todo esto, rechazando cualquier discriminación. 

Segunda lectura: Primera de Pedro 2, 4-9.  Los cristianos forman parte de un pueblo sacerdotal, no como el pueblo de Israel, donde solamente una casta tenía ese privilegio. De ahí que el sacerdocio ministerial, que ejercen algunos en la comunidad, no deba suponer ningún privilegio, sino un servicio a compartir con el resto de los cristianos. 

Evangelio: Juan 14, 1-12. El itinerario del hombre hacia Dios pasa necesariamente por Cristo. Ahora bien, este encuentro con Cristo no va envuelto en un ambiente de prodigios deslumbrantes. Cristo se manifiesta a través de sus obras, que son obras a favor de la liberación humana. Igualmente la Iglesia, en nombre de Cristo, continuará estas mismas obras, y ellas serán su grado de credibilidad. 

COMENTARIO BREVE:

Jesús dijo palabras esperanzadoras a los suyos para fortalecerles y hasta ilusionarles, de modo que resistieran el momento de la prueba. Y una promesa: Les llevaré conmigo. Son palabras entrañables, y tranquilizantes: En la casa de mi Padre hay muchas estancias...

Las palabras de Tomás expresan las dudas e inquietudes de los discípulos, también las nuestras. Ellos han de dar el salto para reconocer en Jesús al Dios trascendente; nosotros, para encontrarle en lo humano, en lo cercano.

Jesús lo deja claro: El camino soy yo, nadie va al Padre si no es por mí, el Padre y yo somos uno... Reconocer a Dios en la humanidad de Jesús no resulta fácil para muchos, que siguen buscándolo en lo extraordinario, en milagros y visiones. Pero Dios ha querido hablarnos en nuestro propio lenguaje, y sale a nuestro encuentro cada día; para reconocerle necesitos el trato cotidiano con él, a través de la Escritura, la oración y la compasión con el prójimo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.