domingo, 8 de noviembre de 2020

ESPERAR "CONTRA TODA ESPERANZA"

 

La esperanza cristiana es expectación de futuro; pero el cristiano no espera solo, espera con todos los demás seres humanos. No se opone la esperanza cristiana a las esperas o esperanzas humanas, sino que las abarca y las trasciende. 

La esperanza de la humanidad está puesta en determinadas y visibles conquistas en la historia, como pueden ser la libertad, la igualdad o la justicia. El cristiano también lucha por esto, pero posee además una expectación del futuro, desde las promesas escatológicas que sostienen su fe. 

La esperanza es una categoría central de la transformación de la persona, la sociedad y la realidad en su conjunto. El ser humano es un peregrino, todavía inacabado, que acecha el futuro, y por eso la esperanza desencadena procesos creativos. 

Los cristianos también esperamos en las posibilidades humanas, no las rechazamos ni despreciamos,  pero miramos más lejos, y somos críticos con aquellas "esperanzas" deshumanizadoras, y con todo lo que se opone a la dignidad del ser humano, a su vínculo con la trascendencia, a su plenitud. 

Por eso, aun en medio de situaciones muy adversas, cuando parece cerrado el horizonte, la fe nos permite seguir esperando, "contra toda esperanza". Sin dejar de compartir la angustia e inquietud de nuestros semejantes, tenemos algo más que nos sostiene.  

Nuestra esperanza no desconfía de la realidad presente por desconfianza, sino al contrario, por confianza en una esperanza ilimitada,  mayor y más plena, en Dios y en sus promesas

(A partir de un texto del MISAL DE LA COMUNIDAD)

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