miércoles, 20 de julio de 2022

MARÍA EN LA RELIGIOSIDAD POPULAR

Lo que en el lenguaje oficial de la Iglesia se denomina culto a María, en el ámbito de la religiosidad popular es designado como devoción mariana. El culto a la Madre de Dios deviene, en el marco del catolicismo popular, en devoción; refieren al conjunto de rasgos o características que determinan la relación con María dentro del pueblo cristiano. Podemos dividirlas en el SIGNIFICANTE y el SIGNIFICADO para entender mejor esta realidad.

EL SIGNIFICANTE:

1. La ADVOCACIÓN o título que recibe la Virgen y que la caracteriza de modo particular.

2. La IMAGEN: Ya sea de uno u otro tipo, con rasgos diversos según la advocación. A veces son de gran valor artístico, otras no, o se hayan cargadas de una historia venerable.

3. Muchas veces estas imágenes se hallan dentro de un SANTUARIO, en una capilla o un nicho o un altar. A la vez estos santuarios pueden ser construidos en determinados lugares con una significación concreta, ya sea natural, religiosa e incluso política.

4. Un ELEMENTO NARRATIVO, verbal, que a veces denominamos "leyenda". Ese relato justifica el culto a María en ese lugar. No necesariamente son hechos verificables, crónicas o reportajes, pero tienen un valor que expresa aspiraciones populares cercanas a lo mítico, rebasan lo real, enriqueciéndolo. Deben ser interpretados, de acuerdo a la cultura popular y religiosa de un tiempo o lugar.

5. La FIESTA, en la que culminan todas las dimensiones anteriores, manifestándolas o actualizándolas. Puede estar vinculada a una peregrinación o asamblea del pueblo, a lo oracional-sacramental, o diversos ritos o rituales (promesas, exvotos, súplicas, cofradías, etc).


EL SIGNIFICADO:

1. En su devoción a María, el pueblo cristiano manifiesta un sentido profundo de la naturaleza como signo o sacramento de lo Divino; es el "valor ecológico", tan presente hoy en la reflexión teológica. Las historias marianas se presentan a menudo vinculadas a una fuente, una colina, un árbol, una gruta, o en general en paisajes bellos en los que se manifiesta el misterio de la naturaleza. También las fiestas, procesiones o peregrinaciones están asociados a menudo a momentos concretos del año, al ciclo de la naturaleza, y lo mismo muchos títulos o advocaciones (Es evidente que existe con frecuencia una cristianización de las diosas femeninas paganas, inculturadas por el pueblo en la nueva religión). La devoción mariana en la religiosidad popular puede ser una pedagogía para redescubrir el carácter sagrado de la naturaleza como sacramento del misterio divino.

2. También el culto mariano en la religiosidad popular puede descubrirnos la realidad de lo femenino en el interior del misterio de Dios. Digamos que puede ayudarnos a entrever que Dios es Padre y Madre a la vez. María no es una diosa, pero puede ser signo sacramental de las entrañas maternas de Dios, corrigiendo así cierto patriarcalismo en la representación de Dios, que es la fuente última de toda la realidad; de ahí que reúna todas las virtualidades, no sólo de lo masculino, sino también de lo femenino. María es la representación de la madre por antonomasia, y por ello, de la comunidad eclesial.

3. Los relatos marianos, sus apariciones, suelen estar siempre vinculados a niños, pastores, gente sencilla; ellos tienen el privilegio de que María se les revele, lo cual sería como una especie de "opción preferencial" de Nuestra Señora. El protagonismo del pobre en esos relatos es significativo y muy evangélico. Hablamos de un sentido también liberacionista, vinculado a las propias palabras de María en el Evangelio de Lucas: "Derriba del trono a los poderosos y ensalza a los humildes".

4. María expresa ese sentido liberacionista no de modo triunfalista o escapista, sino que María libera participando del sufrimiento de sus hijos. María libera en esperanza. La María sufriente ha acompañado siempre a Cristo, varón de dolores. Así el pueblo llano descubre en ellos su propio dolor y sufrimiento. También muchas advocaciones marianas así lo expresan: las Angustias, la Soledad, los Desamparados, la Consolación, etc. María aparece como fuente inagotable de esperanza, y reaviva el espíritu para luchar contra toda pobreza y opresión e injusticia, alentando a no desfallecer en la espera de la venida plena de su hijo.


ASPECTOS DEFORMADOS: 

La religiosidad popular también tiene aspectos negativos que la desvían del genuino sentido cristiano:

1. El sentido del sufrimiento de María puede no vincularse siempre al Misterio Pascual de Cristo, inoculando un sentido completamente negativo de la creación, la vida terrena, la existencia humana y la historia. Pensemos, un ejemplo, en la Salve, cuando habla de "valle de lágrimas" o de la vida como "desierto". Alimenta una visión dualista.

2. Al ensalzar a María, defendiendo por ejemplo su Inmaculada Concepción, no se ha elevado también a la mujer, sino todo lo contrario; esta seguía siendo fuente de pecado y suciedad, de mancha. María parecía ser una figura compensatoria: ensalzar a la Virgen, mientras las mujeres aparecen postradas; se habla de la limpieza o pureza de una, frente a la no limpieza o pureza de las demás.

3. Algunos elementos de la llamada "apocalíptica mariana": elaborar una imagen de María transida de bondad y misericordia frente a un Dios terrible y cruel, castigador y vengador. María en sus apariciones anuncia un juicio espantoso y un castigo terrible, del que ella puede librar. Así le arrebata a Dios, y a Cristo, el lugar que les corresponde.

4. También se ha vinculado a María con los movimientos más tradicionales y restauracionistas, ya sea de tipo político o religioso

5. En la religiosidad popular sucede a menudo que queda eclipsada la figura de Cristo, el único salvador y mediador, diluyendo su Humanidad en Dios, y poniendo a María en ese lugar. María nunca fue ni será divina, no es una diosa. Cuando decimos CREO, nos referimos a Dios; no creemos en María, sino CON MARÍA.

EN RESUMEN: 
Debemos siempre buscar que la María del Stábat Mater este vinculada a la María del Magnificat: partir siempre de la Escritura, y poner las devociones en su justo lugar, para que acompañen, no sustituyan nuestro camino de seguimiento a Jesús. Apreciar, al mismo tiempo que evangelizar, la piedad popular mariana.

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