miércoles, 1 de marzo de 2023

PRIMERA SEMANA DE CUARESMA: MIRAR A DIOS, ESCUCHAR SU PALABRA, ORAR

 

Desde el primer momento, la Iglesia  presenta a sus miembros la meta de la conversión: llegar a ser santos, porque Dios es santo (Levítico 19, 1-2. 11-18; Deuteronomio 26, 16-19). Los evangelios insisten sobre este tema: "Sean perfectos como el Padre celestial es perfecto" (Mateo 5, 45-48). La norma de la vida cristiana es el mismo Dios. El estilo de vida del creyente está reflejado en el Sermón de la montaña (Mateo 5, 20-26). La revisión de vida que nos exige la Cuaresma es nada menos que confrontarnos con las Bienaventuranzas. Para que no nos engañemos en esta revisión, la Iglesia nos coloca ante el juicio de Dios: "Lo que hiciste con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hiciste" (Mt 25, 31-46; Mt 5, 20-26). 

 La santificación cristiana es obra de la palabra eficaz de Dios (Isaías 55, 10-11). Este tiempo, en que la comunidad emprende el camino de la restauración y la reconciliación, ha de ser necesariamente un tiempo dedicado a la escucha atenta de la palabra de Dios. Ante ella nos revisamos, y de ella recibimos la fuerza necesaria. Por eso la Iglesia no cesa de rogar: "Conviértenos a Tí... Ilumínanos con la luz de Tu palabra". 

 Si la santidad es un don de la palabra de Dios, el cristiano puede desearla, pedirla con intensidad y perseverancia. Así, una de las prácticas esenciales de la Cuaresma es la oración (Mt 6, 7-15; 7, 7-12). El clima espiritual de esta semana está perfectamente expresado en la oración del miércoles:

"Señor, mira complacido a tu pueblo que desea entregársete en una vida santa".

(Tomado de: Misal de la comunidad, tomo II)

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