viernes, 3 de marzo de 2023

ACEPTACIÓN DE LO QUE ES Y VOLUNTAD DE DIOS

El martes de esta primera semana de Cuaresma leímos el siguiente pasaje evangélico, y a continuación comparto el comentario de Enrique Martínez Lozano en su libro "Guía para volver a casa":

"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando recéis no uséis muchas palabras como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que se lo pidáis. Vosotros rezad así: Padre nuestro del cielo; santificado sea tu nombre; venga tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy el pan nuestro, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno. Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas”. Mt 6, 7-15 

Jesús previene contra el exceso de palabras y parece abogar por una oración silenciosa y centrada en la confianza radical de quien reconoce que el Fondo de lo Real sabe y ama, es Consciencia amorosa. Y, junto con la confianza, el evangelista pone el acento en la actitud de perdón. Confianza y perdón constituyen dos actitudes básicas en la persona orante

En realidad, la oración que enseña Jesús –el Padrenuestro– no es, como tal, una oración de petición, puesto que “vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que se lo pidáis”, sino una sencilla expresión de lo que el orante quiere vivir: que la Voluntad de Dios se realice, lo cual incluye, entre otras cosas, el pan y el perdón

La religión ha querido “encerrar” la voluntad de Dios dentro de las propias creencias y mandamientos que ella misma proclamaba. Sin embargo, si en algo se muestra lo que llamamos –quizás inadecuadamente– “voluntad de Dios”, es sencillamente en “lo que es”, en lo que ocurre. Por ello, decir que se haga su voluntad equivale a asumir una actitud de aceptación profunda y radical de lo que es. Al vivir esa aceptación, nos alineamos con la Vida tal como se expresa. Cesa la resistencia y la Vida puede fluir a través de nosotros

La resistencia genera inevitablemente sufrimiento. Y nace del propio apego a lo que quisiéramos que fuera. Es decir, en lugar de sintonizar con el presente y aceptar, nos instalamos en el “debería” o “no debería”, conducidos por nuestro deseo y nuestra interesada y estrecha lectura mental. Desde esa postura, resistimos todo aquello que parece oponerse a lo que nuestro ego desearía. El conflicto resultante es la causa de todo sufrimiento. ¡Cómo duele oponerse a lo real en cada momento! 

La aceptación no significa resignación ni pasividad. Al contrario, cuando somos capaces de alinearnos con lo que ocurre, es cuando más brotará en nosotros la creatividad y la acción adecuada en ese momento.

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