Hay una historia sobre un hombre llamado Seiko al que le encantaban los dragones. Hizo construir su casa en forma de dragón, fabricaba cometas de papel en forma de dragones y contaba cuentos de dragones a los niños. También le encantaba tallar dragones de madera. Su fama acabo extendiéndose muy lejos, y un día un dragón que pasaba volando por encima de donde él vivía, al ver la forma de la casa de Seiko se dijo: Debo ir a visitarlo, porque se sentirá muy complacido al verme. El dragón descendió y llamo a la puerta, pero al abrirla y verlo Seiko, grito: AHHHHH…. Y el dragón huyo asustado.
Esta historia trata sobre cómo nos gustan los dragones de papel o nuestras fantasías, nuestras interminables e infinitas fantasías. Nos gustan y nos apegamos a ellas. Nos encanta entretenernos con ellas, pero cuando el verdadero dragón aparece ante nosotros, no queremos enfrentarnos a él.
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