"En la Eucaristía está presente Jesús. Pero en la Eucaristía no comemos el cuerpo histórico de Jesús, el cuerpo que nació de María y recorrió los caminos de Palestina, muriendo en la cruz. En la Eucaristía recibimos al Cristo resucitado. Lo recibimos realmente, de verdad. Pero comulgar no es recibir una "cosa" santa y sagrada. Comulgar es unirse a Cristo, es ser su Cuerpo, de forma que la persona y la vida de Jesús están presentes en la vida del que comulga" (José María Castillo).
Es decir, que la comunidad de Cristo, la Iglesia, participa ya de la Resurrección de su Señor; es un cuerpo resucitado, aun cuando todavía experimente en sus miembros la huella del pecado, del mal, de la injusticia, de la violencia, del miedo. Pero es un cuerpo que ha salido del sepulcro, que ha vencido a la muerte, que se sabe reconciliado, salvado.
Es decir, que comulgar no es algo ajeno a mí, que yo puedo recibir un momento y luego seguir aparte, fuera de esa realidad. Comulgar es ya estar dentro (del Cuerpo de Cristo= comunidad de Cristo=Iglesia) y seguir dentro. Cuando soy Iglesia, soy cuerpo de Cristo, soy Cristo, y la mejor expresión de todo eso es acercarme a la mesa eucarística, y recibir el Pan de Vida, junto con mis hermanos y hermanos de fe.
Este es un Misterio grande, no lo rebajemos.
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