Cuando des testimonio de tu fe, no te defiendas a ti mismo ni defiendas tus intereses concretos, por sagrados que estos pudieran parecerte. Haz como los pájaros del cielo, que cantan y vuelan y no defienden ni su música ni su belleza.
Cuando dialogues con alguien, observa a tu interlocutor como si se tratara de una experiencia reveladora, como miras -o deberías mirar- a los lirios del campo.
Cuando inicies un diálogo intra-religioso, busca quitar primero la viga de tu ojo antes de sacar la paja del de tu vecino.
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Bienaventurado seas cuando no te sientas autosuficiente mientras estés dialogando.
Bienaventurado seas cuando confías en el otro porque confías en mí.
Bienaventurado seas cuando afrontas incomprensiones de tu propia comunidad o de otros a causa de tu fidelidad a la Verdad.
Bienaventurado seas cuando mantienes tus convicciones y sin embargo no las presentas como normas absolutas.
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¡Ay de ustedes, teólogos y académicos, que desprecian lo que otros dicen porque lo consideran embarazoso o no suficientemente "científico"!
¡Ay de ustedes, profesionales de las religiones, si no escuchan el grito de los pequeños!
¡Ay de ustedes, autoridades religiosas, porque impiden el cambio y la (re)conversión!
¡Ay de ustedes, gente religiosa, porque monopolizan la religión y sofocan el Espíritu, que sopla donde quiere y como quiere!
Raimon Panikkar
La nueva inocencia
(evd)
Fotografías: Yazmi Palenzuela
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