"La Iglesia, recién nacida, estaba pasando por una fase crítica: Herodes arreciaba su cólera, la persecución era violenta, el apóstol Santiago había sido asesinado. Y entonces también Pedro fue arrestado. La comunidad parecía decapitada, todos temían por su propia vida. Sin embargo, en este trágico momento nadie escapó, nadie pensaba en salir sano y salvo, ninguno abandonó a los demás, sino que todos rezaban juntos. De la oración obtuvieron valentía, de la oración vino una unidad más fuerte que cualquier amenaza: «mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él» (Hch 12,5).
La unidad es un principio que se activa con la oración, porque la oración permite que el Espíritu Santo intervenga, que abra a la esperanza, que acorte distancias y nos mantenga unidos en las dificultades.
Constatamos algo más: en esas situaciones dramáticas, nadie se quejaba del mal, de las persecuciones, de Herodes. Nadie insulta a Herodes y nosotros insultamos a los dirigentes. Es inútil e incluso molesto que los cristianos pierdan el tiempo quejándose del mundo, de la sociedad, de lo que está mal.
Las quejas no cambian nada. Las quejas son la segunda puerta cerrada al Espíritu Santo, junto al narcisismo y el pesimismo. Tres actitudes que cierran la puerta al Espíritu.
Esos cristianos no culpaban a los demás, sino que oraban. En esa comunidad nadie decía: “Si Pedro hubiera sido más prudente, no estaríamos en esta situación”. No, no hablaban mal de él, sino que rezaban por él. No hablaban a sus espaldas, sino a Dios. Hoy podemos preguntarnos: “¿Cuidamos nuestra unidad con la oración? ¿Rezamos unos por otros?”. ¿Qué pasaría si rezáramos más y murmuráramos menos? Con la lengua un poco más tranquila. Como le sucedió a Pedro en la cárcel: se abrirían muchas puertas que separan, se romperían muchas cadenas que aprisionan.
Pidamos la gracia de saber cómo rezar unos por otros. San Pablo exhortó a los cristianos a orar por todos y, en primer lugar, por los que gobiernan (cf. 1 Tm 2,1-3). Pero este gobernante es...y muchos calificativos. Recemos por los gobernantes. Es una tarea que el Señor nos confía. ¿Lo hacemos, o sólo hablamos?
Dios espera que cuando recemos también nos acordemos de los que no piensan como nosotros, de los que nos han dado con la puerta en las narices, de los que nos cuesta perdonar. Sólo la oración rompe las cadenas, sólo la oración allana el camino hacia la unidad".
Francisco
(Fiesta de San Pedro y San Pablo)
29 junio 2020
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