domingo, 11 de abril de 2021

VER PARA CREER (Segundo domingo de Pascua, B)

 

Dios entra por los sentidos. Es lo que le pasó a Tomás. Este hombre decía lo que dice mucha gente cuando se plantea el tema de Dios: si no lo veo, no lo creo. Tomás quería ver, tocar, palpar. Y Jesús se lo concedió. Pero, ¿qué vio y tocó Tomás? Vio y tocó llagas de dolor y muerte. Palpó cicatrices de sufrimiento. Y ahí, en eso, en lo que entra por los sentidos, Tomás se dio de cara con la fe: ¡Señor mío y Dios mío!. Esto no quiere decir que el camino para ir a Dios sea el camino del dolor. Dios no quiere el sufrimiento. Lo que ocurre es que en esta vida hay mucha gente que sufre más de lo que puede soportar. Y esto supuesto, la fe en la resurrección se expresa en el hecho de que nos pone en el recto camino para prestar atención a los padecimientos y esperanzas del pasado; y para aceptar el desafío de los muertos (J.B. Metz). 

Dichosos los que creen sin ver. Hoy la presencia de Jesús está allí donde los que le buscan, encuentran llagas de dolor y muerte. Si, en lugar de eso, encuentran poder, pompa y boato, no podrán decir: ¡Señor mío y Dios mío!

José María Castillo

La religión de Jesús

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