Una vez más la Palabra habla de la relación del discípulo con los bienes materiales, con el dinero, con aquello que vamos consiguiendo, acumulando, a lo largo de la vida. ¿Para qué nos servirá? Dice Jesús: gánense amigos con todo eso, con el dinero lleno de injusticia, para que ellos sean oportunidad y no obstáculo para ser recibidos en el Cielo. No se dejen robar el corazón con el afan de tener y poseer y sean fieles a su condición de hijos de Dios, con un corazón libre frente a las cosas de este mundo, en el que hay un solo absoluto. No es posible servir a dos amos, no hay dos dioses, sino un solo Dios, y todo a de usarse para ayudar, servir, contribuir a la construcción del Reino.
Vivimos en un mundo injusto, lleno de desigualdad, pobreza extrema, explotación y abuso; el Dios de Jesús "levanta de la basura al pobre", por eso si somos suyos, si hablamos en su nombre, debemos obrar del mismo modo. La Segunda Lectura nos invita a trabajar en ese sentido, con la oración, y también con el obrar, libres de odios y divisiones, para con los bienes materiales que hemos adquirido nos hagamos un lugar en la mesa del Reino.
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