domingo, 29 de septiembre de 2019

HACER LAS PACES CON NUESTRA DEBILIDAD

La mayoría sentimos hacia Dios un temor instintivo basado en nuestra propia debilidad. Incluso tememos a otros humanos de quienes pensamos que pueden vernos tal como somos. De hecho, somos seres que cometemos errores que a veces nos han  perjudicado a nosotros mismos o a otras personas. Pues bien, tenemos, o bien conseguir sentirnos cómodos con nuestra condición humana, o bien seguir adelante fingiendo que no es verdadera, en cuyo caso tendremos que continuar ocultándonos tras nuestro fingimiento.Naturalmente, no se trata de que simplemente nos hundamos o nos rindamos ante la debilidad humana, sino que debemos aprender a sentirnos cómodos siendo fragmentarios

Todos hemos pecado y pecaremos de nuevo. Por eso resulta extremadamente importante conocer a Jesús, que viene como Médico Divino y visita personalmente a quienes estamos enfermos. Resulta sumamente importante conocer al Jesús que es Buen Pastor, porque no tengo que olvidar que nos está buscando a nosotros, las ovejas descarriadas, y que se alegra cuando nos encuentra.

 Me gusta volver una y otra vez sobre la parábola del hijo pródigo. Yo, y todos, somos ese hijo pródigo que malgasta sus dones en tantas vanidades y niñerías. Siento un profundo remordimiento, porque he sido tan desagradecido... Preparo mis palabras con cuidado y miedo: No puedo pedirte que me recibas como un hijo. Acéptame como jornalero. Por favor, simplemente recíbeme... Armado con mi acto de contrición, nacido de la soledad y la necesidad, emprendo el regreso a casa. Mis pasos son vacilantes e inciertos. Pero mi Abba-Padre me ve llegar y sale corriendo a mi encuentro. Me toma en sus brazos y solloza de alivio: estás en casa, me dice, es lo único que yo quería, estás en casa

 En su parábola, Jesús me asegura que así me da su bienvenida el Abba-Dios que me ama. He tenido que leer la parábola una y otra vez; he tenido que hacer el largo viaje a casa en más de una ocasión. Poco a poco, voy logrando comprender el benévolo amor y la clemente misericordia de Dios.

(Ideas de  John Powell)

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