domingo, 1 de septiembre de 2019

TRANSFORMACIÓN SEGÚN DIOS

"Transformar es mucho más sutil que cambiar; transformar significa que todo puede ser. Me aprecio tal y como he llegado a ser. Pero todavía no he alcanzado el objetivo. Todavía no soy aquel que soy por mi propia naturaleza. El objetivo de la transformación es convertirse completamente en uno mismo. En términos teológicos: el objetivo de la transformación es que la imagen única que Dios se ha hecho de mí resplandezca cada vez más clara a través de todo aquello en lo que me he convertido. No me impongo ninguna imagen ajena. Intento convertirme en esa imagen única a la que Dios me ha destinado. Ya no puedo describir más esa imagen; pero si me siento en silencio y siento paz interior en mí, puedo estar seguro de que estoy en contacto con ella. El paradigma de la transformación es la transfiguración de Jesús en el Monte Tabor. A través de su rostro resplandece una luz brillante. Lo que Jesús realmente es se vuelve evidente en ese momento. Su verdad, su verdadera forma, brilla a través de todo lo terrenal. En la transformación se trata, pues, de que todo en nuestro interior se vuelva claro, de que aquello que enturbia nuestra naturaleza desaparezca; y de que en nuestro cuerpo, en nuestro rostro, reluzca solo la naturaleza que somos en lo más profundo.

Todavía queda algo importante en esta visión: al cambiar, no soy yo quien debe hacerlo todo. En la transformación, Dios lleva a cabo la parte decisiva. Mi labor consiste en ofrecer a Dios todo lo que hay dentro de mí. Entonces, el amor de Dios fluirá en las profundidades de mi alma, en mis miedos, en mi soledad, en mi sensibilidad... y los transformará. Tener la valentía de ofrecer a Dios todo lo que hay en mí, aceptarlo y admitirlo ante mí mismo: eso es lo decisivo.

Anselm Grün
Cómo podríamos vivir.
Sal Terrae

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