"Ay de ustedes, fariseos, porque pagan diezmos hasta de la hierbabuena, de la ruda y de todas las verduras, pero se olvidan de la justicia y del amor de Dios. Esto debían practicar sin olvidar aquello" (Lc 11,42).
Por ejemplo, en cierta época el movimiento Jansenista volvió árida la vivencia de la fe, insistiendo en observancias y penitencias, y creando grandes escrúpulos para acercarse a la comunión, desviando a la gente del camino del amor. La carmelita descalza Teresa de Lisieux se crió en ese ambiente jansenista que caracterizaba a Francia hasta los finales del siglo XIX. Fue a partir de una dolorosa experiencia personal que ella supo recuperar la gratuidad del amor de Dios como una fuerza que tiene que animar por dentro la observancia de las normas. Sin la experiencia del amor las observancias hacen de Dios un ídolo.
"Ayúdanos, Señor, en la lucha de cada día por la difícil conquista de la libertad cristiana, viviendo del Espíritu y actuando según él. Líbranos de la vieja esclavitud del pecado y del moralismo estéril que desvirtúa la amistad contigo. Amén".
"Ayúdanos, Señor, en la lucha de cada día por la difícil conquista de la libertad cristiana, viviendo del Espíritu y actuando según él. Líbranos de la vieja esclavitud del pecado y del moralismo estéril que desvirtúa la amistad contigo. Amén".
(Pan de la Palabra 2019, San Pablo)
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