El relato evangélico del próximo domingo (Lc 17, 11-19) marca un contraste entre el agradecimiento y la ingratitud; sobre ello habla la siguiente historia:
En una ocasión, el demonio organizó una exposición con todas las herramientas que usaba para engañar y dañar a los humanos. Al enterarse, un ermitaño se acercó al lugar y, entrando en el recinto, observó que había una pared inmensa dedicada a un solo objeto. Al aproximarse, vio un cartel en el que podía leerse:DESALIENTO. Sorprendido, se dirigió al demonio para preguntarle si realmente esa herramienta era tan peligrosa. Este le contestó que era así: Si consigues que una persona se desaliente o desanime, la llevarás donde tú quieras. Intrigado y preocupado, el ermitaño volvió a preguntar por el remedio que podía contrarrestarla, y el demonio le respondió: El único remedio es la gratitud. Una persona agradecida jamás se desalentará".
El desaliento es característico del ego que ve frustrados sus proyectos. La actitud sabia, sin embargo, empieza por la gratitud: de entrada, dar gracias por todo lo que es. Lo que es, es lo que ahora tiene que ser. Por eso no cabe sino la aceptación liberadora y la gratitud incondicional.
Enrique Martínez Lozano
Otro modo de leer el Evangelio
DDB
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