El mejor disfraz del Evangelio suele ser la "religión". Los hombres de la religión suelen tener la fuerte inclinación a entenderse bien con los poderes públicos que respetan, costean y promueven las instituciones religiosas y los actos de la religión. Los gobernantes que hacen eso mantienen buenas relaciones con los dirigentes religiosos y, por supuesto, jamás los persiguen. Por otra parte, como a grandes sectores de la población le interesa más la religión que en Evangelio, los gobernantes se dedican a promover la religión, por más que el Evangelio no se tenga en cuenta para nada.
El hecho es que las cosas se han puesto de tal manera que ya resulta complicado saber si lo que buscan los los religiosos y protegen los políticos es el Evangelio, es la religión o son los intereses y conveniencias de todos. ¿No ha llegado la hora de poner las cosas en claro?
José María Castillo
La religión de Jesús
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