sábado, 4 de julio de 2020

EL CAMINO DE JESÚS

Cuando Jesús dice a sus apóstoles que se va, pero ellos lo seguirán más tarde, porque ya saben el camino, es Tomás quien le dice: no sabemos el 
camino... 

¿Cuál es el camino de Jesús, el que él siguió, y por el cual nosotros podemos seguirle? 

Las lecturas de este domingo XIV (A) pueden ayudarnos a encontrar una respuesta: La primera, palabra de Zacarías profeta, habla de un rey que llega anunciando su victoria, montado, no en caballos y carros de combate, sino en un burro; la figura real se ha despojado de su condición guerrera y triunfante, para mostrarse ahora más humilde y pacífica. Así, recordemos, entró Jesús en Jerusalén poco antes de su pasión, con gritos de: "Bendito el que viene en nombre de Dios". 

Luego, el Evangelio nos deja escuchar la invitación de Jesús a la gente sencilla, a los pequeños, a los agobiados y cansados, pues para ellos ha venido, para ellos el Padre ha dispuesto el Reino. Son ellos los que entienden y acogen el proyecto de Jesús, porque para entenderlo hay que ser pobre, pequeño y humilde. 


También se habla, San Pablo a los Romanos, del Espíritu de Jesús, que no es, indudablemente el espíritu de los grandes, de los fuertes, de los poderosos, de los egoístas, de los violentos, de los insensibles o de los indiferentes. El Espíritu de Jesús es el de los sencillos, los confiados, los alegres, los que saben compartir y agradecer

EN RESUMEN: El camino de Jesús es el de la sencillez y la humildad, el de hacerse pequeño, el de servir y dar la vida. Solemos acercarnos a Dios buscando siempre, pidiendo y esperando recibir cosas de él, pero el primer paso es el de DAR, el de invitarlo a entrar en nuestra pequeñez y nuestra pobreza, y entregársela toda. Entonces lo pequeño se hace grande, lo frágil se hace fuerte, lo pobre se hace riqueza, y lo vacío rebosa. 

Esa es la experiencia de la fe: descubrir nuestra verdadera identidad en Dios, entender la gratuidad del don que podemos recibir, y acercarnos al Misterio con sencillez, con un corazón de hijos, para recibir  remedio a nuestro cansancio y agobio

Así presenta a Dios el salmo 144: clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad, bueno, cariñoso con todos, fiel, bondadoso en todas sus acciones... "El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan". 

Podemos cerrar esta pequeña reflexión con otra frase bíblica: "Anda, ve y haz tú lo mismo"

Fray Manuel de Jesús, ocd


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