Para este próximo domingo, el XVI en la liturgia (A), leemos varias parábolas de Jesús (Capítulo 13 de Mateo), pero nos centraremos en la parábola del trigo y la cizaña. Comparto varias ideas sobre ese texto, tomados de fuentes diferentes:
LA VIDA ES MÁS DE LO QUE SE VE
Por lo general, tendemos a buscar a Dios en lo espectacular y prodigioso, no en lo pequeño e insignificante. Por eso les resultaba difícil a los galileos creer a Jesús cuando les decía que Dios estaba ya actuando en el mundo. Jesús tuvo que enseñarles a captar la presencia salvadora de Dios de otra manera. Les descubrió su gran convicción: la vida es más que lo que se ve. Mientras vamos viviendo de manera distraída sin captar nada especial, algo misterioso está sucediendo en el interior de la vida.
Con esa fe vivía Jesús: no podemos experimentar nada extraordinario, pero Dios está trabajando el mundo. Su fuerza es irresistible. Se necesita tiempo para ver el resultado final. Se necesita, sobre todo, fe y paciencia para mirar la vida hasta el fondo e intuir la acción secreta de Dios.
(José Antonio Pagola, Fe Adulta)
OTRA VISIÓN DE LA REALIDAD
"El punto de inflexión en la lógica del relato lo encontramos en las palabras del dueño del campo. “dejadlos crecer juntos hasta la siega”. Lo lógico sería que se ordenara arrancar la cizaña en cuanto se descubriera en el sembrado, para que no disminuyera la cosecha. Pero resulta que, contra toda lógica, el amo ordena a los criados que no arranquen la cizaña, sino que la dejen crecer con el trigo. Este quiebro, es el que debe hacernos pensar. No es que el dueño del campo se haya vuelto loco, es que el que relata la parábola quiere hacernos ver que otra visión de la realidad es posible.
El trigo y la cizaña tienen que convivir a pesar de que son plantas antagónicas y lo que produce una, será siempre a costa de la otra. La cizaña perjudica al trigo, pero la realidad es que son inseparables. Aplicado al ser humano, la cosa se complica hasta el infinito, porque en cada uno de nosotros coexisten juntos cizaña y trigo. Nunca conseguiremos eliminar del todo nuestra cizaña. Solo tomando conciencia de esto, superaremos el puritanismo y podremos aceptar al otro con su propia cizaña.
Dejaríamos de ser humanos si se anularan todas nuestras limitaciones. No solo es absurdo el considerar a uno bueno y a otro malo, sino que el solo pensar que una persona se pueda considerar perfecta es descabellado. Arrancar la cizaña en nosotros y en los demás ha sido una tentación, que arrastramos desde tiempo inmemorial con terribles consecuencias que todos conocemos.
La parábola no sólo se aplica al orden moral sino a la doctrina y al culto. En las verdades también hay trigo y cizaña y tampoco se puede separar el error de la verdad. Dice un proverbio oriental: si te empeñas en cerrar la puerta a todos los errores, dejarás inevitablemente fuera la verdad. También Nietzsche dijo algo parecido a esto: en un discurso un poco largo el más sabio es una vez tonto y dos veces necio.
En el culto, el trigo sería un descubrimiento de Dios en nosotros y una verdadera relación con Él. Cizaña sería quedarnos en los ritos externos y no llega a la vivencia. En la moral: las prostitutas y lo pecadores os llevan la delantera en el reino de Dios. El sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado.
Por mucho que nos empeñemos en impedirlo,
la cizaña y el trigo van a seguir creciendo juntos. Si descubres los fallos en los que tropiezas cada día, estarás en condiciones de aceptar a los demás con los suyos. El objetivo del cristiano no es alcanzar la perfección,sino aceptar al otro a pesar de sus fallos.
(Fray Marcos, Fe Adulta)
ALERTA CON NUESTRO AFÁN JUSTICIERO
La realidad es paradójica y se requiere comprender sus “dos niveles” para poder integrarlos y vivirlos de manera armoniosa.
Donde hay trigo forzosamente habrá cizaña. Y tiene razón Jesús: hay que dejarlos crecer juntos. No desde la justificación indiferente, sino desde la comprensión de que cada persona hace en cada momento todo lo que puede y sabe.
Me parece urgente atrevernos a mirar el mundo con otros ojos, atrevernos a dar una interpretación distinta de los acontecimientos y actuar desde una consciencia más amplia. La transformación vendrá justamente de ese cambio de visión –que nace de una consciencia ampliada– y dará a nuestras acciones una calidad y una vibración diferentes, caracterizadas por la compasión eficaz.
(Enrique Martínez Lozano)
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