sábado, 20 de febrero de 2021

EL CRISTO TENTADO DEL EVANGELIO DE MARCOS: CRISTO VENCEDOR

 
Christus Victor”. (Marcos 1, 12s): Comparado con Mateo y Lucas el relato de Marcos resulta oscuro y enigmático. Su forma arcaica y de apariencia simple expone pocos detalles, y estos incomprensibles, por lo que hacen dudar de su intención de exponer la tentación de Cristo. Los diversos personajes que con Jesús conforman la escena (tentador, Ángeles, fieras) no forman un cuadro convincente, y el núcleo del episodio, la tentación, se esfuma totalmente en la oscuridad. Es un drama sin final, pues no se aclara el resultado de la justa entre ambos contendientes. De ahí que para entenderlo lo mejor sea vincularlo con otros episodios del relato de Mc; la clave estaría en Marcos 3, 27, que narra una situación crítica en la vida de Jesús. 

En ambos episodios hay un enfrentamiento con los poderes perversos y en los que el Espíritu interviene activamente en la vida de Jesús. El segundo texto sería la conclusión que le falta al primero: en la tentación se ha producido un encuentro decisivo entre el fuerte y el más fuerte, y allí Jesús despojó definitivamente a Satanás. En Marcos 3, 27 lo único que hace Jesús es proclamar públicamente la victoria entonces conseguida. Por tanto, para Marcos la tentación no es una preparación de la misión del Señor, sino que nos conduce al núcleo de su vocación, a su acción primera, decisiva y estable: la derrota de Satanás para siempre

Así, cuando Jesús expulsa demonios, no hace más que extender, verificar y ratificar su victoria. Marcos relaciona la derrota de Satanás con la tentación más estrechamente que con la pasión. Esta mirada de Marcos tiene consecuencias teológicas, una de ellas la sana desgravación de la teología de la pasión y de la cruz, pues por muy legítimo que sea interpretar que el encuentro decisivo entre Jesús y Satanás tiene lugar en el momento de la muerte, existe el peligro de menguar y paliar con ello la dimensión histórica de nuestra fe y el sentido de nuestra redención. Por tanto, volviendo a la reflexión del texto, fijémonos en lo notable que resulta el hecho de que Marcos no haga referencia al contenido o al curso de la tentación. Este silencio no es ignorancia, sino que parece consciente e intencional: para Marcos en el desierto tuvo lugar el enfrentamiento definitivo entre Jesús y Satanás, encuentro que finalizó con una clara victoria del primero

Teniendo en cuenta el vínculo de este pasaje con el bautismo del Señor, podemos pensar con todo derecho que en el centro del desenlace está la misión que Cristo recibió en el Jordán. Aquí el Hijo de Dios y su antagonista están frente a frente, y entre ellos se juega lo más esencial del misterio de Dios, su plan de amor. Esto es lo que se juega Jesús con Satanás, y nada es en el fondo más vulnerable que ese amor, pero tampoco hay nada más fuerte, más soberano, más victorioso. 

Es un amor pobre y rico al mismo tiempo: es esa pobreza la que conduce a la tentación, es su riqueza la que le alcanza la victoria. Es un amor que se “vacía”, que se atreve a meterse libremente en el peligro de la extrema tentación para mostrar su limpieza, su desinterés y su santidad. Como antes a Job, Dios pone a su Hijo en manos de Satanás para que lo tiente. Una lucha así sólo podía tener lugar en el “desierto”, sin espectadores, más allá del tiempo y del espacio, pero repercutiendo en todo el universo. Esa es la razón de la parquedad de Marcos al narrarnos este episodio; aquí el silencio es más elocuente que las palabras, y todo otro enfrentamiento se relativiza. 

Finalmente, otro rasgo de la versión de Marcos: el papel de Cristo. Desde el principio este aparece más como vencedor que como tentado; tiene la iniciativa Él y no el tentador.

(Redactado con notas del DICCIONARIO BÍBLICO).

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