domingo, 7 de febrero de 2021

LIBERARSE Y LIBERAR (Domingo 5-B)

 
Tomar conciencia de la propia condición es un saludable punto de partida; de esto habla la primera lectura de este quinto domingo (B): "El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio... Recuerda que mi vida es un soplo".  Pero, en medio de la oscuridad, aparece entonces un punto de luz que adelanta, poco a poco, un claro amanecer. Si me miro a mí mismo, me pierdo; si miro el todo en el cual estoy inmerso, me redescubro entonces, me veo nuevo, iluminado por el amor que da sentido y razón a lo que soy y a lo que vivo. 

Mediante gestos eficaces de salvación (orar, enseñar, curar), Jesús se hace presente en nuestra vida, y nos revela nuestra verdadera identidad y condición. "Tú también eres hijo muy amado, en quien el Padre se complace". Al sabernos amados, perdonados, y bendecidos, nos sentimos enviados, y en nombre del Amor infinito, gratuito e incondicional que descubrimos, gritamos: Ay de mí si no comparto esta alegría... Ay de mí si no proclamo el Evangelio. Eso es ser discípulo, eso es ser evangelizador, eso es ser cristiano. Liberarse y liberar.

"La clave de la humanidad de Jesús está en su espiritualidad. Es decir, Jesús fue tan profundamente humano por causa de la relación tan frecuente y profunda que tuvo con la fuente de toda humanidad. Jesús recurrió constantemente a su Padre, y también nosotros necesitamos hacerlo si queremos ser profundamente humanos y sintonizar con lo que es verdaderamente humano. Necesitamos orar, pero hay formas de orar que entontecen, y formas de orar que humanizan" (José María Castillo, La religión de Jesús).

"Rezar es sencillamente volver a tomar conciencia del don de Dios, acordarnos de que tenemos un Padre mejor que nosotros,recordar que lo que le pedimos a Dios ya nos lo ha dado. La verdadera oración, la única oración cristiana, es la que se asemeja a la de Cristo: no una oración de pedigüeños ni de criados, sino una oración de hijos, llena de confianza y de seguridad. ¿Cuánto tiempo necesitaremos rezar para rezar de este modo?" (Louis Evely).

El verdadero milagro acontece en cada encuentro de la comunidad creyente, que hace presente en el mundo al Cristo Vivo. Cada acontecimiento adquiere entonces perspectiva de resurrección. Porque lo que salva es la fe y la confianza en Dios

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