lunes, 31 de mayo de 2021

¡DICHOSA TÚ QUE HAS CREÍDO!

En la memoria litúrgica de la VISITACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA, comparto la mirada siempre peculiar y  esencialista de Enrique Martínez Lozano, que comenta el pasaje de Lucas que se proclama en esta festividad: 

"En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. María dijo “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador" (Lc 1, 39-56). 

Con frecuencia, la piedad mariana ha caído en el sentimentalismo e incluso la cursilería, provocando más rechazo que admiración. Eso se ha apoyado en lecturas literalistas de los escasos textos que nos han llegado en torno a la figura de María. 

Sin embargo, cuando vamos más allá de la literalidad, el texto nos aparece como una joya de sabiduría permanente, que nos muestra, tanto lo ocurrido entonces, como lo que nos sigue sucediendo hoy. Más allá de la anécdota, el texto conocido como “de la visitación” habla de una mujer “preñada” de Dios, de lo que hace vivir así, y de los efectos que eso produce. 

Una persona que se sabe “preñada” de Dios es siempre feliz (“Dichosa tú”), con esa felicidad de fondo que puede convivir con problemas, dificultades, fracasos e infinidad de interrogantes.

 Porque la felicidad de la que se trata no es “algo”, un objeto que podamos atrapar y apropiarlo en beneficio del ego. De hecho, cuando ponemos la felicidad en objetos, necesariamente acabaremos frustrados y decepcionados porque no existe ningún “objeto” capaz de saciar nuestra sed. 

El texto pone de relieve el “efecto” que produce la presencia de una persona “preñada” de Dios: hasta el feto salta de alegría en el útero de Isabel. La persona que vive conectada a su verdadera identidad, no solo descansa en una Dicha de fondo por la que se sabe sostenida y constituida, sino que despierta y provoca Gozo a su alrededor

Quizás no sepamos explicar a qué se debe, pero en presencia de personas que se viven así, algo “salta de alegría” en nuestro interior, hasta hacernos estallar en Bendición: “bendita tú…”. 

¿Soy alegría para las personas con quienes me encuentro?

Enrique Martínez Lozano

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