sábado, 8 de mayo de 2021

EL MAYOR PELIGRO ES NO AMAR (Sexto de Pascua-B)

Nuestro llamado, nuestra vocación es el amor
. Esa es la conversión a la que se nos llama. No se trata de llenarnos de mandamientos, de órdenes, de instrucciones. La vida en Dios no es un listado de reglas que cumplir: ir a misa, acudir a reuniones, pagar un diezmo, ayunar o rezar. La vida en Dios se trata de una sola cosa: amar, amar mucho, ver y tratar a todos como hermanos. 

Lo que nos convierte (transforma) es el amor. El único mandamiento que podemos seguir sin que sea una carga es el que nos invita a amar. Ese es el reinado de Dios: el reinado del amor. El Evangelio es una buena noticia, un sabernos amados: cuando somos buenos y cuando no, cuando estamos sanos y cuando estamos en medio de una pandemia que no termina. Nadie se convierte por miedo. Hay quien deja de hacer cosas por miedo, pero su corazón sigue atado al mal. Lo que nos hace cambiar es el amor, que nos acepta tal y como somos; que nos hace poner a un lado el dolor de un insulto y seguir ofreciendo al otro amistad y servicio. 

Por amor creemos que Dios está presente
, trabajando en este mundo, sanándolo y cuidándolo. Por amor sabemos que Dios no envía ninguna enfermedad para que nos arrepintamos y cambiemos, sino que está esforzándose en que estemos bien, a través de cada persona que trabaja cuidando a los enfermos o buscando una cura. Dios está, dándonos su amor y amando, a través de los voluntarios que ofrecen su tiempo para acompañar en cada cosa que se necesita. Dios está, amando a través de las personas que llaman a aquellos que están solos para conversar. Dios está, en todo amándonos y animándonos a amar. 

El mandamiento del amor no es una orden, es una invitación. Así lo ha dicho el papa Francisco: "La altura de una vida humana está marcada por el amor… todos los creyentes necesitamos reconocer esto: lo primero es el amor, lo que nunca debe estar en riesgo es el amor, el mayor peligro es no amar” (Fratelli Tutti, 92).

Lo anterior, con algunos cambios, lo tomé de la publicación mensual RAYO DE LUZ, y lo leí en una homilía reciente; vale lo mismo para este próximo domino, Sexto de Pascua. Le añado algunos puntos que sugiere FRAY MARCOS:


El mandamiento del amor es el mandamiento nuevo, por oposición al mandamiento antiguo, la Ley. Queda establecida la diferencia entre las dos alianzas. Jesús no manda amar a Dios ni amarle a él, sino amar como él ama. No se trata de una ley sino de una consecuencia de la Vida en Dios.

Dios no es un ser que ama. Dios es el amor. En Él, el amor es su esencia, no una cualidad como en nosotros. Yo puedo amar o dejar de amar y seguiré siendo yo. Si Dios dejara de amar un solo instante, dejaría de existir.

No se puede imponer el amor por decreto. Todos los esfuerzos que hagamos por cumplir un "mandamiento" de amor están abocados al fracaso. El esfuerzo tiene que estar encaminado a descubrir a Dios que es amor dentro de nosotros. Todas las energías que empleamos en ajustarnos a una programación tienen que estar dirigidas a tomar conciencia de nuestro verdadero ser. Solo después de un conocimiento intuitivo de lo que Dios es en mí, podré descubrir los motivos del verdadero amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.