Faltan pocos días para terminar la Cuaresma, pocos para la Semana Santa, y a todos nos inquieta pensar cómo la viviremos en las actuales condiciones de distanciamiento social. Toca a la creatividad de cada uno descubrir el modo, para vivirla como un verdadero momento de gracia; quiero compartir un texto de José María Castillo, que nos recuerda algo fundamental para hacerlo. Importante que al hacernos la pregunta, no olvidemos esto:
"Estamos en vísperas de la Semana Santa más vacía de toda mi vida. Una Semana Santa sin santos, sin cofradías, sin procesiones, sin “oficios” y ceremonias en las iglesias, sin viajes ni vacaciones, sin turistas ni turismos, sin libertad para salir a la calle, sin salud y sobrados de miedos, amenazados por una economía que se tambalea. Y todos con la pregunta de si los políticos podrán sacarnos de la situación penosa que nos puede amenazar.
¿Qué nos queda en pie, además de los miedos y peligros que nos amenazan? A las víctimas del coronavirus y sus familias, salir de esta situación cuanto antes. A otras muchas gentes, pasar estos días lo mejor posible. Y para quienes tenemos creencias religiosas – además de lo dicho - ¿qué nos queda? A los creyentes y a todas las personas de buena voluntad, nos queda el Evangelio. Que nos explica la razón de ser y lo esencial de la Semana Santa. Porque – lo digo con insistencia y firmeza – una Semana Santa, que no tiene en cuenta el Evangelio de la pasión de Jesús, es como un banquete presentado en platos elegantes, camareros de etiqueta y músicas de ensueño, pero un banquete en el que no se les da ni un garbanzo crudo a los comensales. O lo que es peor: aprovechar el recuerdo de la muerte de Jesús, para pasar una semana de juerga, descanso y diversión".
José María Castillo
(Teología sin censura)
Religión Digital
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