jueves, 3 de diciembre de 2020

EN LA PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO... ISAÍAS

 

Acabamos de empezar el ADVIENTO, y durante este tiempo litúrgico la Iglesia nos invita a escuchar la voz eminentemente profética de la tradición bíblica, a través de su representante principal, ISAÍAS. Una voz henchida de esperanza. La voz profética del pueblo de Dios no sólo recuerda el pasado, sino, sobre todo, anuncia el futuro aún pendiente de la humanidad y de la acción de Dios. 

 Como un caudal jubiloso de aguas transparentes nos llega a través de Isaías toda la temática de la esperanza cristiana: el anuncio de un nuevo centro del mundo, el monte Sión, donde está asentada la casa del Señor. Allí, dice, confluirán todos los pueblos de la tierra para celebrar el banquete mesiánico. Allí se sentarán hombres y mujeres todos reconciliados entre sí. Se fundirán las espadas para hacer arados, y el cordero y el lobo vivirán juntos, porque también la creación será sanada y reconciliada. Se curarán las enfermedades, se enjugarán lágrimas, y brillará la justicia. Los ciegos verán y una luz esplendente irradiará sobre todos los paisajes de la tierra. El Espíritu de Dios se derramará como aceite perfumado, haciendo brotar la sabiduría en todos los corazones. Los troncos resecos reverdecerán y de ellos brotarán tallos esbeltos, la nueva humanidad resucitada. 

 Con este lenguaje arcano, poético, casi mítico, con el que hablaban los profetas de Israel, Dios quería regalarnos su promesa y alentar nuestra esperanza. A nosotros nos toca hoy desentrañarlo, interpretarlo y acercarlo, para irlo haciendo real,  en la misma medida en que como comunidad de fe nos vamos transformando en el Cristo Total que viene a consumar la historia. 

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