jueves, 29 de marzo de 2012

VISITA DEL PAPA A CUBA


Cuando se publique esta entrada ya habrá concluido la visita del papa Benedicto XVI a Cuba; a diferencia de cuando estuvo Juan Pablo II, esta vez no participé directamente en ninguna celebración, pero seguí con atención por la radio y la televisión  cuando pude de cada momento del recorrido papal, presentaciones, comentarios y opiniones de la gente de a pié. Puedo decir que estuve ausente físicamente, pero no distante de este momento importante para la Iglesia cubana; y también digo que sentí nostalgia viendo tantas personas conocidas participando, pero no tristeza, porque lo que vivo responde a un llamado de mi conciencia, y de este paso no me arrepiento en absoluto. Ya comentaré en otra ocasión sobre lo que he sentido respecto a esta Iglesia particular de la que sigo formando parte, pero ahora mismo la razón de este comentario es compartir brevemente algunas impresiones sobre la visita papal, y no voy a desviarme de ese objetivo.
 Escuchamos muchas opiniones previas a esta visita, y escucharemos muchas otras una vez que el papa regrese a Roma. Con unas estoy de acuerdo, y con otras no, pero todas juntas permiten comprender mejor las expectativas que este viaje del “Peregrino de la Caridad” suscitó entre los cubanos de dentro y fuera de la isla. En principio, tanto la Iglesia como el gobierno saldrán fortalecidos, y la visibilidad de lo religioso, lo católico en este caso, en grado mucho mayor que en 1998, también tendrá su repercusión social. En sentido general creo que la visita ha sido buena, positiva, más allá de los muchos matices que una u otra parte se puedan señalar como negativos.
 Ahora, yo quiero decir lo que me gustó y no me gustó, como primera impresión, y ya luego, cuando pueda leer con calma los mensajes y repercusiones, si tengo despierta la  inspiración y el ánimo, comentaré a un nivel más profundo. La cobertura mediática ha sido amplia, pero los locutores, tanto de radio como televisión del país, que acompañaron los diferentes eventos mostraban una gran ignorancia en materia religiosa. Como solemos decir aquí: “Estaban perdidos”. Creo que, dados los tiempos que corren en la política actual de nuestro gobierno, deberían preparar a las personas apropiadas para cubrir este tipo de eventos. Por su parte el sacerdote, que acompañó, como en la visita de Juan Pablo II, a la comentadora de televisión, en las dos misas, usaba un lenguaje devocional y arcaico cuando explicaba lo que iba aconteciendo. Creo que es necesario elevar también el nivel de nuestro pueblo en materia religiosa, pero no retrotrayéndolo en el tiempo, sino ofreciéndole una visión más actual e inteligente de la liturgia y simbología católicas.
 También me pareció inapropiado rezar el “Padrenuestro” en latín en la misa, pues la inmensa mayoría del pueblo, y unos cuantos sacerdotes, no podían rezarlo en ese idioma “oficial” de la Iglesia Católica. No hablo de algunos otros signos litúrgicos que expresan una visión tradicionalista, propios de este pontificado, pero sí llamó mi atención que el papa en sus discursos no tocó los típicos temas morales católicos, como por ejemplo, el aborto, y que sus expresiones de devoción mariana fueron siempre sobrias y al margen de la eucaristía. Eso me gusta. También quedará para la memoria afectiva la emoción del arzobispo de Santiago de Cuba en sus palabras de acogida al papa, y los aplausos espontáneos que suscitó la mención de su predecesor, Pedro Meurice.  La música litúrgica, siempre cubana, la disciplina de la gente que participó en las eucaristías, y actos de recibimiento y acogida, resultan también destacables; y aunque el papa no hizo mención alguna a las “religiosas” sino a los religiosos en general, ellas estaban allí como siempre, en alegre y variada manifestación; me alegró ver algunas monjas Carmelitas Descalzas en la plaza, y a la madre Teresa María recibir la comunión de manos del pontífice.
 En fin, que ahora veremos los frutos de esta visita, en nuestra Iglesia, y en el corazón de cubanos y cubanas; habrá que leer pausadamente las homilías y discursos que Benedicto XVI nos ha dejado, y aprovecharnos de su magisterio espiritual. Me sumo gozosamente a la acción de gracias por este regalo del Espíritu, a pesar de todas las críticas que se puedan suscitar en torno al viaje del pontífice a la isla.
 El tiempo dirá, pero la lluvia que caía en la despedida del papa vuelve a ser un signo de esperanza para Cuba, necesita urgentemente de bendición.

Nota: Y a propósito, si la palabra “vicario” significa “en lugar de”, entonces el papa es vicario de Pedro, no de Cristo, porque Cristo es insustituible, y sigue caminando en la historia, con nosotros.
 Y el latín no fue el idioma de la primera comunidad cristiana, la de Jerusalén, en todo caso el arameo o el griego Koiné.
Y es mejor decir (para evitar ambigüedades), que cada misa es reflejo, expresión, eco, del Jueves Santo, y no que el Jueves Santo Jesús celebró la primera misa. Y tampoco decir que ese día, celebrando la Pascua, en lugar del cordero habitual, tenían pan y vino; ese día seguro hubo cordero, además de pan y vino, pero el sacrificado ya no es el cordero, sino Jesús, el Cristo, que expresa de modo nuevo esa entrega sacrificial.

6 comentarios:

  1. Dejando aparte otras cuestiones menores colaterales, la mayor preocupación e interés de la empresa institucional eclesiástica, y de su presidente general (Benedicto) en Cuba es ganar mayor influencia y poder social. El que piense otra cosa se equivoca. Y para corroborarlo simplemente observar la postura y posición de la Iglesia oficial y sus confabulaciones con el poder político en la reciente, y no tan reciente, historia de América del Sur, y algún que otro país europeo del mediterráneo. El papa y todos sus funcionarios oficiales lo que persiguen es tener mayor peso en Cuba, que les dejen las manos libres para comerse el pastel educacional. Conquistar las escuelas y abrir colegios. Manos más libres para hacer proselitismo.

    He decir que me parece bien el comentario del autor del blog. Comedido, pero da idea de por donde va. Saludos

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  2. Dice mucho a su favor que muestre tanto sentimiento positivo y tanta nostalgia por unos compañeros clericales (incluso congregacionales) que lo han menospreciado y dejado de lado. Que no les importa la situación por la que está pasando de necesidad (material y espiritual). Si así se portan con los de adentro, imagínense con los de afuera. Está clarísimo que el que no se somete de pensamiento, palabra y obra a todos los dictados de la jerarquía, deja de existir. Esta sigue siendo la autoridad del templo que crucificó a Jesús.
    Alberto Jesús

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  3. María, Canane, Samaritana, Febe, Livia, Priscila,Junia, Lidia30 de marzo de 2012, 2:53

    Más bonito y mejor, mucho más acorde con el Espíritu, hubiera sido que a las religiosas (llamadas por algunos monjitas) se les hubiese dado la opción de ser sujetos celebrantes y administradoras de la Eucaristía, en vez de relegarlas a ser sólo meras receptoras y participantes, por la obediencia ciega a un magisterio eclesial divinizado ¿Y por qué no ser una mujer sucesora, o vicaria, de Pedro? Lamentable espectáculo de varones dirigiendo, presidiendo y auto legitimándose como únicos dispensadores de bendiciones y consagraciones. Mientras haya sumisión femenina en la iglesia, la mujer (la etiquetada como religiosa, y la etiquetada como laica) seguirá siendo un objeto, subalterna y auxiliar del varón encumbrado. ¡Hacen mucha falta los indignados en esta iglesia!

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  4. Coincido contigo, Manuel, en muchos de los aspectos que señalas. En cuanto a lo personal tuyo, sentir nostalgia habla mucho de la calidad de tus sentimientos. No sentir tristeza, habla mucho de tu autenticidad en seguir lo que tu conciencia te indica. Armonía personal, aún en momentos difíciles es lo que evidencia. Me alegra.

    Para hacerme una opinión cabal de lo que ha sido esta visita papal, para integrar, me falta meditar cada discurso y cada homilía una vez pasada la impresión de lo que estábamos viviendo, ver el hilo conductor de su mensaje, el todo, y cada respuesta de la gente “nuestra” y de las autoridades “nuestras”, como bien señalas tú. También como tú, considero que esta visita es un regalo del Espíritu, y un regalo diferente al que tuvimos con la visita del papa anterior. Ahora, ni es el mismo papa, ni es la misma Cuba, ni la gente es igual.

    Muy a priori, pienso que se resume su mensaje en dos palabras, reconciliación e inclusión. Entiendo que Invita (o conmina) a la reconciliación entre cubanos, dejando atrás, como odre viejo, como tela vieja, el resentimiento, el rencor, el odio. No dijo que fueran injustificados, invitó a superarlos en pos de algo mejor. . Y a la inclusión de todos los cubanos en la búsqueda de soluciones, no solo materiales, que son imprescindibles, sino espirituales, sin las cuales, de nada valdrían todas las demás.. No debe considerarse una utopía. Como dijo el arzobispo de Santiago en su emocionado saludo, eso ES Posible. Lo es,veo que indica el papa, si en el esfuerzo de renuncia a resentimientos y diferencias, también participamos los católicos aferrándonos al amor y a la luz de Jesucristo, y su mensaje evangélico. De ninguna de las palabras escuchadas, se desprende que va a ser es fácil. . Pero todos los mensajes rezumaban cuál era eí impulso para lograrlo: la Esperanza.

    El calor popular, la spontaneidad, la participación en la liturgia como fiesta, el júbilo de Santiago, no fue igual en La Habana. Lo atribuyo a varios factores, además del carácter de los orientales. A cómo se dispuso la Plaza habanera ,según indicaciones vaticanas,de dividir a los participantes en bloques, según su procedencia, como en la Plaza de San Pedro, y la gente común detrás, según me explicó un sacerdote. A la música,sí,cubana y muy hermosa. pero nadie podía cantarla, porque ¿quién, que no sea un especialista, se sabe los cánticos de Esteban Salas, un autor del siglo XVIII?.Cuando vino Juan Pablo II,se hizo énfasis en que los cánticos fueran los que cantábamos a diaro en las celebraciones. Esta vez no. Y sobre todo pienso que fue un error, y peor, una decisión excluyente, que hubiera textos en latín. Lo del Padre Nuestro, fue el colmo. Mucha gente que no practica, es más,que tiene una religiosidad difusa, SI se sabe el Padre Nuestro y hubiera podido unirse en oración. Un miembro de la comisión organizaddora me comentó que la iglesia cubana hizo todo lo posible por evitarlo. Más que llamar disciplina a la de los participantes, que la hubo, hablaría de respeto: era notable la acogida a las invitaciones al silencio en medio de la eucaristía.

    Tengo otros comentarios, sobre la incultura general,no solo religiosa, de los presentadores, de los comentarios a veces preconciliares del sacerdote-presentador, del no aprovechar la ocasión (nada frecuente)para presentar un mensaje realmente evangélico, más acercador a Dios y su amor,sin importar el báculo ni la mitra; sobre la ausencia de la alusión al tema de la Moral, como el aborto, etc…. Pero harían exageradamente largo este comentario,ya de por sí demasiado largo. El resultado, coincido contigo, el Espíritu estaba aquí…y lo bueno es saber que no se va. Tiene mucho que hacer, y va a hacerlo. Nosotros también.
    Un abrazo de esperanza,
    Sol

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  5. Otro papado es posible 17 de abril de 2012, 4:39

    Tras acusar a Dios de ser “nuestra más larga mentira”, calificar a los evangelios de “testimonio de la ya incontenible corrupción existente dentro de la primera comunidad”, definir a Pablo de Tarso como de “disangelista” y dirigir la “maldición sobre el cristianismo en El Anticristo, Nietzsche hace el siguiente retrato idílico de Jesús de Nazaret: “Él no opone resistencia, ni con palabras ni en el corazón, a quien es malvado con él… No se encoleriza con nadie, ni menosprecia a nadie. No se deja ver en los tribunales, ni se deja citar ante ellos (‘no jurar’)… Lo que él legó a la humanidad es la práctica: su comportamiento ante los jueces, ante los sayones, ante los acusadores, ante toda especia de calumnia y burla, su comportamiento en la cruz Él ora, sufre, ama con quienes, en quienes le hacen mal. No defenderse, no encolerizarse, no hacer responsable a nadie”.
    De ser cierta la versión de Nietzsche, Jesús habría huido del conflicto como de la quema y se habría instalado en una religión conformista, sin que nada ni nadie le turbara. Pero nada más lejos de la realidad. Jesús fue un Indignado que adoptó una actitud de rebeldía frente al sistema y se comportó como un insumiso frente al orden establecido. El conflicto, nacido de la indignación, define su modo de ser, caracteriza su forma de vivir y constituye el criterio ético de su práctica liberadora. La insumisión y la resistencia fueron las opciones fundamentales durante los años de su actividad pública, tanto en el terreno religioso como en el político, ambos inseparables en una teocracia y la clave hermenéutica que explica su trágico final.
    Indignado con la religión oficial. Se indigna con la religión oficial y sus intérpretes, que anteponen el cumplimiento de la ley al derecho a la vida e incitan a la venganza en vez de llamar al perdón. Cuando está en juego la vida y la libertad de las personas infringe a conciencia las leyes judías del ayuno, del sábado, de la pureza, etc. y justifica que sus discípulos las incumplan. Come con pecadores y publicanos y osa afirmar que las prostitutas preceden a los escribas y fariseos en el reino de Dios. El centro de la religión está en la práctica de las bienaventuranzas, carta magna de la nueva religión.
    Indignado con los poderes religiosos. Las autoridades religiosas vivían una escisión entre la realidad y la apariencia. Su actitud no podía ser más hipócrita: decían y no hacían, absolutizaban la Torá e imponían al pueblo cargas legales que ellos mismos no cumplían. Jesús les echa en cara la falsedad de su magisterio y su falta de coherencia. No les reconoce autoridad, ni sigue sus enseñanzas.
    El conflicto, nacido de la indignación, define su modo de ser, caracteriza su forma de vivir.

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  6. Otro papado es posible 27 de abril de 2012, 4:40

    Indignado con el poder político. La indignación de Jesús sube de tono cuando se enfrenta con los poderosos, a quienes acusa de opresores, y con la tiranía que imponía Roma a su pueblo. Precisamente la condena a muerte de Jesús, y muerte de cruz, dictada y ejecutada por la autoridad romana, fue la consecuencia lógica de la indignación contra con el poder político, a quien niega legitimidad, y contra el Imperio, a quien considera invasor. No se trató, por tanto, de un error, como creía Bultmann. ¡Se lo tenía merecido!
    Indignado con la religión y la sociedad patriarcales, Jesús denuncia las múltiples marginaciones a las que eran sometidas las mujeres por mor de la religión y de la política, se opone a las leyes que las discriminaban (lapidación adulterio, libelo de repudio) y las incorpora a su movimiento en igualdad de condiciones que a los varones y con el mismo protagonismo. Es en el movimiento de Jesús donde ellas recuperan la dignidad que les negaba la religión oficial y la ciudadanía que les negaba el Imperio.
    Indignado con el Dios autoritario. Es sin duda la indignación más dolorosa, la que más desgarro interior le provoca y la que pone a prueba su fe y su esperanza. El conflicto con Dios se muestra en toda su radicalidad en los momentos finales de su vida, cuando el agua le llega al cuello. Jesús pide cuentas a Dios por no estar de su lado en el proceso, la condena y la ejecución, como antes su correligionario Job, le expresa su más profunda decepción y lanza un grito de protesta: ”¿Por qué me has abandonado?”. La indignación de Jesús de Nazaret con los poderes económicos, religiosos, políticos y patriarcales constituye un desafío para los cristianos y cristianas de hoy y una llamada a incorporarse al movimiento de los Indignados. Y no para sacralizarlo, ¡en absoluto!, sino para sumar fuerzas y aportar nuevas razones a la lucha por “Otro mundo posible”.

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