Esta fiesta litúrgica fue instituida por el papa Pío XI, en 1925, como respuesta a la nueva situación política de Europa tras la Primera Guerra Mundial; habían caído varias monarquías absolutas, garantes de la primacía del catolicismo, dando paso a repúblicas parlamentarias. El papa quería reclamar la primacía de Cristo, de la Iglesia y de su propio ministerio en el mundo, pero ya las coas empezaban a cambiar, y la Iglesia cambiaba también o perdía protagonismo.
No fue esta fiesta, sino el Concilio Vaticano II, quien volvió a colocar a la Iglesia Católica en la atención del mundo, así como la figura de Juan XXIII. Los cambios litúrgicos llevaron la fiesta de Cristo Rey para el lugar que hoy ocupa, y también su sentido cambió, pues Cristo en REY en la misma medida en que es SACERDOTE; es decir, de manera figurada, entendiendo ambas figuras de manera nueva.
Cristo no perteneció a la clase sacerdotal, ni tampoco detentó ningún poder real, entendidos como solemos hacerlo en el lenguaje humano. Su sacerdocio y su realeza rompen con nuestros moldes, para descubrirnos un camino nuevo por el cual su centralidad en la historia humana tiene lugar, no desde lo sacro ni desde lo real, sino desde el amor. Pero además, nosotros compartimos con Él ambos poderes: todos somos sacerdotes (mediadores) y todos somos reyes (con una dignidad inapelable). Cristo nos revela con su palabra y con su vida que en la NUEVA HUMANIDAD nos movemos con valores diferentes: justicia, paz, libertad, amor, preeminencia de lo sencillo, de los pobres, de los buenos. Él puso todo eso en el centro de la historia humana, en su consumación, y hacia ese fin caminamos como Iglesia, y como Humanidad.
Sí, aunque parezca a menudo lo contrario cuando miramos las noticias, o nuestro propio entorno. Tal vez nosotros nos cansemos o traicionemos el proyecto, pero CRISTO ES FIEL, y no se cansa nunca de salir a nuestro encuentro con su verdadero sacerdocio y su verdadera realeza, desafiando nuestra pobre comprensión de sus caminos de libertad y amor.
Al celebrar hoy a CRISTO REY, abramos las puertas de nuestra vida y preparemos los caminos para que Aquel que viene siempre pueda entrar una vez más a nuestra vida....
!FELIZ ADVIENTO!
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