Tres ideas para confrontar las tres lecturas de este domingo XXXII en la liturgia católica, en la que aparecen dos historias protagonizadas por mujeres viudas, representantes de un estamento social pobre y dependiente.
1. 1 Reyes 17, 10/16: Elías y la viuda de Sarepta. El pobre no se aferra ni se reduce a lo que tiene. Vive más en la esperanza de lo que enriquece a la larga que en lo que remedia la falta del instante. Quien no hace de lo poseído el bien último, sino de lo esperado, tiene ya lo que espera, sin perder lo primero.
2. Hebreos 9, 24/28. Cristo se ha ofrecido por nuestros pecados. Entre la primera y la segunda venida de Cristo hay todo un proceso de salvación: la segunda vez aparecerá para salvar definitivamente. por consiguiente la salvación no es una cosa hecha, que baja del cielo, sino todo un camino que hay que recorrer a través de los avatares de la historia humana.
3. Marcos 12, 38/44. Los escribas Vs. la viuda en el templo. La escala de valores que ofrece el Evangelio va en razón inversa a la escala con la que suele vivir el mundo. Y a veces la misma Iglesia e mundaniza y admite en su seno el protocolo mundano. De ahí que una auténtica conversión, a nivel eclesial, implica la restitución de la primacía y del protagonismo de los pobres, los oprimidos, los últimos de la sociedad en la que vivimos.
Cristo se entregó totalmente, una sola vez, para beneficio de todos, mujeres y hombres. Nosotros siempre nos entregamos a medias, a pedacitos, regateando nuestra entrega. En la Eucaristía celebramos y actualizamos la entrega de Cristo, mientras pedimos fuerzas para ejercer la nuestra.
ORACIÓN: Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, bien dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu, podamos libremente cumplir tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
(Ideas tomadas del MISAL DE LA COMUNIDAD I).
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