lunes, 6 de abril de 2020

ENTRAMOS EN LA SEMANA SANTA...

Entramos en la Semana Santa, en los días que gozan del calificativo de "santo". Son días benditos en los que la misericordia de Dios se hace más accesible al ser humano. La Semana Santa es la celebración culminante de todo el ciclo litúrgico, a la vez que es meta obligada en la que desemboca la práctica y vivencia cuaresmales. Los días que median entre el Domingo de Ramos y el Jueves Santo revisten un tono de tristeza por la tragedia que se acelera y la la muerte que se avecina. 

La unción de Cristo (lunes), la entrega salvadora (martes) y la traición de Judas (miércoles) nos introducen de lleno en el Triduo Sacro, que mantiene en cada celebración la intensificación propia en el misterio pascual de nuestra redención. La fragancia del perfume con que fue ungido Cristo es signo adelantado de la unción que va a recibir con su muerte; luego alerta sobre el culto a la personalidad  y el ocultar las propias limitaciones, como si ellas no contasen también en el proyecto de Dios; finalmente nos alerta acerca de las pequeñas traiciones cotidianas que pueden llevarnos a renunciar al propósito original con que comenzamos este camino de liberación y humanización plenas. 

Vivamos los cristianos estos días con profunda devoción, orando así: "Dios, cuyo poder está fundado en un amor infinito, mira la fragilidad de nuestra condición humana, propensa al dolor, la enfermedad y el pecado, y levanta nuestra débil esperanza con la fuerza de la pasión generosa de tu Hijo". Amen.

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