miércoles, 12 de junio de 2019

TRINIDAD: LA PROFUNDIDAD DE DIOS ES NUESTRA PROPIA PROFUNDIDAD... (domingo después de Pentecostés).

Normalmente nos movemos en la superficie. Cuando ahondamos en nuestras experiencias, vemos que todo es distinto y que tenemos que seguir ahondando.  Presentimos como que hay una profundidad sin fondo, infinita. A esta profundidad infinita y a ese fondo inagotable de nuestro ser se refiere la palabra "Dios". Dios significa esto:  las profundidades últimas de nuestra vida, la fuente de nuestro ser, de nuestro interés último, de lo que tomamos en serio sin reserva alguna

 Ese fondo íntimo de cada hombre se trasluce ante todo en su apertura a la persona, en la seriedad absoluta de la inclinación de su yo a un personal y al nosotros que de ese encuentro surge.  Así llevamos troquelada en el fondo de nosotros la imagen de la Trinidad del Dios cristiano.

 Este cuño  trinitario de nuestra vida es calco de otro que marca toda la vida de Dios. Nosotros somos el reflejo de Dios pues somos sus hijos y por eso llevamos su señal, que es una señal trinitaria.  Somos la proyección de Dios fuera de Él, en el ámbito de lo creado.

 Lo que registramos en nosotros no es sino el desdoblamiento pálido y remoto de lo que acaece en el interior de Dios. Su vida es una vida también y, en primer lugar, compartida, comunicada; su vida es diálogo permanente con Alguien (el Hijo) que, sin embargo, no está fuera de la intimidad del que se entrega (el Padre), sino que está absolutamente identificado con Él, siendo igual a Él en todo, gracias a que hay una congenialidad absoluta y radical de vida, de amor (gracias al Espíritu, el tercer  Alguien trinitario)- Dios es vida, movimiento plural. 

No es una cifra abstracta, estática, un motor inmovil, una estrella solitaria.  Dios es muy parecido a nosotros, porque nosotros somos muy parecidos a Dios. Una misma realidad abisal  surca nuestros destinos.

"Dios Padre de misericordia, que has enviado al mundo la Palabra de la Verdad y el Espíritu de la santificación y la unidad, concédenos conocer la fe verdadera y la gloria de la eterna Trinidad y adorar su Unidad amorosa".

LECTURAS:
Primera: Éxodo 34, 4b-6, 8-9. Dios se muestra presente en un profeta como Moisés, que se acerca al lugar en donde Dios se acerca a él. El mediador invoca su presencia y su guía, y pronuncia su nombre clemente y compasivo sobre el pueblo.

Salmo: Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso (Deuteronomio). 

Segunda: 2 Corintios 13, 11-13. La comunidad cristiana debe buscar la unidad, pero sin estandarizar a las personas. Unidad no es uniformidad, sino diversidad. 

Evangelio: Juan 3, 16-18. Dios no ha mandado  su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo. Evangelizar es presentar el rostro benevolente y amoroso de Dios, que no se cansa de llamar desde lo profundo del corazón humano. 

Hemos de meditar siempre en las dimensiones inabarcables de nuestra propia profundidad.  De esta meditación surgirá un inmenso respeto y admiración por nuestra dignidad de hombres (dignidad divina) y por el misterio de Dios. Así empezamos a salvar al mundo.

La vida del creyente cristiano consiste en saber rastrear las huellas de la comunidad trinitaria a través de toda la creación y de todos los acontecimientos históricosLa dimensión religiosa es la dimensión de la profundidad; si tenemos ese sentido de lo profundo, no nos podemos llamar ateos; ser creyentes es sabernos inmersos en el inabarcable misterio de Dios. 

Este Misterio sobre todo es comprensible desde el Amor. El que ama, participa del Amor Divino. El que ama conoce a Dios; el que ama, sabe

(Notas tomadas del MISAL DE LA COMUNIDAD)

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