jueves, 4 de julio de 2019

LAS MUJERES EN LA GENEALOGÍA DE MATEO: RAHAB


En una entrada anterior comenzamos a hablar de cuatro mujeres que aparecen en la genealogía de Jesús del Evangelio de Mateo; hoy presentamos la segunda, RAHAB, que era una prostituta de Jericó. Ella tomó como propio al Dios de los hebreos, y sin dudarlo se pasó a las filas de los que venían como invasores y se convirtió en su aliada. Proveyó a los espías enviados por Josué una ayuda decisiva a la hora de penetrar las murallas de su ciudad, y su accionar supuso la salvación propia y la de su familia, en primer lugar, y luego, también el ingreso de las tropas hebreas y la destrucción de la ciudad. 

 La Biblia cuenta que los espias de Josué pasaron la noche en su casa, y cuando el rey de Jericó envió a buscarlos ella los escondió y así salvó sus vidas.  Esta decisión puede parecer algo simple, pero no olvidemos que Rahab era habitante de esa ciudad fortificada, y que los hebreos eran unos invasores que no hacía mucho tiempo atrás habían sido esclavos. ¿Por qué Rahab obró como lo hizo? La razón que aparece en el relato es esta: todo el pueblo estaba asustado porque había escuchado de la fuerza del Dios de los israelitas, y reconocían que era Dios en el cielo y en la tierra. Ella los ayudaría a cambio de protección, la suya y la de su familia. 

 La súplica de Rahab, podemos pensar, lleva implícita un deseo de cambio de vida. La mujer reconocde que el Dios de los israelitas es invencible y ve la visita de los espías como una oportunidad para entrar en una vida nueva, encontrando amparo y reconocimiento. La soga roja que Rahab pone en la ventana hace pensar en la sangre en los dinteles de las puertas de los israelitas en Egipto. Ella entra también en una tierra prometida, por su apertura al Dios de Israel. 


No le importó a Dios que Rahab fuese una prostituta, que además traiciona a los suyos, porque ve la fe suplicante de la mujer que buscaba una nueva oportunidad para su vida, y reconocía el momento de cambiar. Dios derribó las murallas de Jericó, pero la casa de Rahab permaneció en pie. Posteriormente Rahab fiue incorporada al pueblo, se casó con Salmón, de la tribu de Judá y de ese matrimoinio nació Booz, quien más tarde sería el esposo de Rut y abuelo del rey David

Esta historia muestra como a veces por caminos extraordinarios el Dios de Israel se revela grande y misericordioso, lento a la ira, siempre dispuesto a perdonar, recompensando a todo aquel que espera en él y obra basado en esa confianza.  A Dios no le interesa el pasado de una persona cuando se acerca a él, buscándolo con sinceridad, y ofrece siempre salvación, una vida diferente y una comunidad. Es lo que predicaron los primeros cristianos y lo que debemos seguir predicando hoy.

 ¿Somos capaces de vencer nuestros prejuicios cuando miramos a los demás y los juzgamos? ¿Podemos ver a Dios obrando en todos, en sus historias, también en sus errores y fracazos? ¿Qué nos dice el hecho de que esta mujer forme parte de la genealogía de Jesús?

(Ideas tomadas de ISHA, La mujer según la Biblia, SBU)

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